lunes, 28 de septiembre de 2009

Ultimo Día (un tropezón sí es caída)

Comenzamos el día de forma totalmente altruísta, ya que nos encantaron las naranjas, consideramos que tenemos que llevarles a ustedes para que también las prueben. Así que, preguntando por el mercado del pueblo, ciudad, pueblejo?, nos mandaron a una verdulería, donde sí nos orientaron a un mayorista, que tampoco es mercado, pero donde pudimos comprar un cajón de naranjas que ocupará su buen espacio en el baúl del ratoncito (el Ka).
Después de llenarnos de orgullo por nosotros mismos por tanta generosidad, y como hacía un frío de cagarse, a pesar de haber solcito, nos fuimos a las termas otra vez.
En esta ocasión también nos metimos en una carpa donde hay una pileta poco profunda, con "ducha escocesa", diríamos, con chorros fuertes que caen de arriba en forma de círculo en la pileta. Eso fue una experiencia existencial conmovedora, ya que te hacés automasajes al moverte bajo los chorros, que tienen una potencia importante.
Continuamos sentaditos en la otra terma que ya habíamos conocido, mientras mi socio leía el diario y yo - obstinadamente - continuaba con la corrección de la Tesis de Pablito.
Cuando decidimos que era buen momento para irnos, teniendo en cuenta que aún tenemos que hacer las valijas y cargar el auto, quien escribe fue al vestuario de mujeres a sacarse el traje de baño y vestirse. Ya sé que conocen mi agilidad y destreza de movimientos, por lo que no les sorprenderá que me fui al piso como una marmota. Sí, torcedura de tobillo y posibles múltiples moretones.
Desde afuera, al ver que entraban en el vestuario de mujeres el guardavidas y un médico, mi socio pensó "that's my wife!" (traducción: "esa es mi esposa"), o sea, a él le sorprendió tan poco como a muchos de ustedes que me conocen la torpeza.
Me hicieron un "vendaje compresivo", me sugirieron me ponga hielo en el tobillo y tome algún anti-inflamatorio. Obvio, sólo tomé el anti-inflamatorio. Pero estoy bien, ya está. No me iba a ir sin comprarme un pedazo de las termas, no?
De ahí a comprar los últimos regalitos, al super a comprar pan para la cena, a la estación de servicio a comprar cigarrillos, y a Alcatraz, donde mientras yo pasaba las correcciones hechas al documento digital, mi socio se dedicó a prender la salamandra - a la que sigue alimentando para nuestro gran placer.
Bueno, se terminó lo que se daba. Ahora tocará empezar a ver cómo empacamos, cenaremos y mañana agarraremos ruta con la esperanza de que al llegar, no encontremos el acceso norte cortado por los trabajadores de la ex-Terrabusi.
Gracias por seguirnos en toda la odisea, y mañana dormiremos en nuestra cama!!!v

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