sábado, 10 de septiembre de 2011

quedarse solo

Mis amigos se fueron casi todos
los demás partirán después que yo
lo siento porque amaba su agradable compañía
pueblo mío, te dejo sin alegría

miércoles, 7 de septiembre de 2011

On the road again 5 de Septiembre de 2011

Estiro mi cuerpo y mi alma como si se tatara de una masa elástica difícil de que se rompa. Los muevo, engroso, acomodo y amaso conforme lo que el mundo me requiere en ese momento.
No es importante lo que para mí es primordial, y así pasa tiempo y tiempo, hasta que no sé cuánto tiempo ha pasado, despertando mucho antes de lo que mi cuerpo me pide, y mirando el reloj y apurando haceres y decires para que entren en ese nuevo estiramiento.
Obvio resulta que ese esuerzo requiere aceitar la maquinaria, o la masa en este caso, y así, recubriendo por momentos con tergopor para evitar golpes, lastimaduras y por tanto, dolor; agregando a la harina de base lo que el entorno provee o acerca, sin considerar lo que en verdad uno necesita, o desea o quisiera.
Y así pasa tiempo y tiempo, hasta que no sé cuánto tiempo ha pasado, durmiendo casi cada noche en un lugar diferente, descubriendo que esta almohada es mejor que aquélla que finalmente era buena, en algún lugar que ya no distingo. Lástima.
Pero la masa no sólo lleva de base harina y agua, en algún punto también se le agregó levadura.
Y un día te mirás al espejo y no entendés qué pasó, cuándo sucedió eso, y no te gusta tu imagen, y no te reconoces en ella, y ese es sólo el principio, porque no es sólo por fuera que no te reconocés, porque te encontrás haciendo y diciendo mecánicamente cosas que no se parecen en nada a lo que pensás y/o sentís.
Ah, desandar caminos, encotrarse con uno, reunirse con su mente y su corazón. Seguro que esto demora más que el proceso de perderse.
Pero también el cuerpo decide ejercitar su resto de autonomía, a pesar de lo que uno pretende imponerle, y es así como uno, que ha pasado más años de los que resultan saludables pendiente de cada indicador o señal corporal, comienza a notar, en en el medio de EL TODO, que el cuerpo está diferente, no enfermo, no molesto, diferente. Se siente como algo que uno no conoce, o algo que olvidó.
Y no importa entonces lo que uno pretenda estirar el rendimiento de la masa, uno, que ya ha perdido la noción del tiempo, no recuerda cuándo fue la última vez que necesitó usar de golpe el abanico, puiendo sólo situarlo ente una y otra geografía. Y entonces, no entiende qué decidió hacer el cuerpo, no comprende las señales.
Y cuando al fin dejas de presionar la masa y pretender amasarla, cuando la dejas que leve si quiere, o no, ahi el cuerpo decide, y encima te dice a la cara: "Esta vez te soprendí, eh?" y sí, cualquier cosa esperaba, menos volver a la adolescencia precisamente frente al mar.

Homeward Bound 28 de agosto de 2011

Otro avión, otro ómnibus, otro vehículo oficial que nos va a buscar o nos lleva a/o desde el aeropuerto, terminal, lo que esta vez toque.
No distingo una habitación de un hotel o de otro, ni aún del mismo en cada ocasión. No recuerdo cuuándo fue que se canceló un vuelo y nos mandaron de vuelta al lugar de donde veníamos, o, como diferencia interesante, a un hotel espléndido, por unas horas y un plato de comida.
Se me mezclan caras, situaciones, comentarios e historias que nos han contado, anécdotas de los críos de cada habitante de La Jungla que nos ha recibido, atendido, mimando, y ayudado a sentirnos en y de casa, lo que no es menor si en algo como dos meses pasás en tu casa algo como una semana.
Confundo lo que dije en un lugar y en otro, y hasta cuando quiero decir Güemes, digo La Pampa. No sé cuál de los grupos de cursantes conocen ya cada teoría, cada anécdota, si ya lo dije 3 veces, pero fue en otra geografía.
Creo que Augé llama a esto "sobremodernidad", a estar permanentemente en tiempo presente en muy diversos espacios; quizá se refiera a otra cosa, porque cuando el lugar donde uno está parado / sentado / comiendo / durmiendo, cambia continuamente, lo que realmente se pierde primero es la noción del tiempo, y ahi sí que no sabes si hace 2 meses, 2 semanas o 2 años que estás viajando...
Hoy, aquí y ahora, amanece en la ruta una vez más.
Y como me dijo un domesticado y cariñoso puma, quizá lo que necesito par despertarme temprano bien y de buen humor, es dormir siempre en un ómnibus.
Ah, también pasé frío en la Jungla mesopotámica que habitualmente es un horno, y me contaron allá que cuando el viento sopla fuerte en serio, vuelan las víboras, coo en un cuento de García Márquez...