lunes, 26 de enero de 2009

Siguiendo las palabras de los poetas callejeros


Decían ya Simon y Garfunkel que las palabras de los profetas están escritas en las paredes de los subterráneos, yo insisto con la sabiduría de los graffitis.

viernes, 16 de enero de 2009

De Madres e Hijas II

A exactos 3 meses de comenzada la tragedia personal de ambas, la Madre con cierta frecuencia repite el mismo lapsus: le dice a la hija "Mamá". Cuando la Hija se lo hace notar, ella explica que como la Hija la cuida, la atiende y se ocupa de todas sus cosas, es como si fuera su madre.
Mientras dura la explicación, la Hija piensa con una ironía cargada de bastante resentimiento: "Claro, como hiciste vos conmigo", y cuando la Madre termina de hablar, la Hija dice en voz alta: "Pues qué curioso, porque yo no tengo a nadie en la vida que me diga Mamá".
Digamos, una cagada por partida doble, o triple, si tomamos en cuenta el sentir de la Madre.

lunes, 12 de enero de 2009

El Dueño del Bigote ante la Cena




Acá lo tienen, estimados, atento y pronto a todo lo ubicado en la mesa, listo para servirse cuando los comensales digan "buen provecho".


Por favor, presten atención a la seriedad de su mirada.


sábado, 10 de enero de 2009

De cómo (des)adaptarse al medio hospitalario

Ahora cuando lo pienso en forma retrospectiva, a casi 3 meses de estar prácticamente viviendo dentro de hospitales, salas de terapia intensiva, centros de rehabilitación, salas de espera, nuevamente terapias intensivas, etc. pienso que ojalá hubiera tenido tiempo (y ánimo) para ir escribiendo lo que sentía.
Hay profesionales que han escrito e investigado (o quizá al revés) sobre el síndrome de terapia intensiva en los pacientes, esto es, de la manera en que pasados 2 días internado en tal situación, una persona comienza a sumergirse en un estado confusional que puede inclusive llevarlo a tener alucinaciones visuales.
Lo que me parece que nadie ha investigado, al menos que yo tenga noticia, es el paralelo en los familiares de quien está internado. Tengo muy frescos, y aún estoy viviendo, algunos efectos:
No tengo ni la más remota idea de qué día es, ni de la semana ni del mes. Lo pregunto, me lo dicen, lo olvidé en 10 minutos.
Si bien parece a la vista de algún transeúnte ocasional lo que Augé llamaría un "no lugar", entre los familiares de los internados en terapia intensiva se generan vínculos afectivos muy fuertes. Ok, diría Silvia que ni siquiera conocemos nuestros nombres, es verdad en algunos casos. Pero lloramos con el fallecimiento del marido de una, nos volvemos creyentes y nos pasamos la noche pensando cómo le habrá ido en la operación al hijo de otra, y estamos tanto tiempo juntos, tanto, como quizá nadie de nuestros afectos pasa en momentos como estos.
Hubo un paciente cuya familia ya sabía que iba a morir, sólo estaba esperando el momento, ya que tenía un derrame cerebral muy importante sin posibilidad de intervención quirúrgica. Yo había hablado bastante con su esposa. Cuando llegó el horario de entrar a ver a nuestros familiares, no nos dejaron entrar, sólo los llamaron a ellos. Los "antiguos" nos percatamos de lo que había sucedido. Yo estaba de pie en el pasillo, no sentada en la sala de espera, sólo producto de mi ansiedad. Vi entrar a la señora, su hija y yerno. Vi al médico hablar con ellos. Vi a la señora dejar al médico hablando con ellos y darse vuelta y salir sola, no digo tambaleándose, pero digamos que no pisaba firme. Ni siquiera lo pensé. Yo estaba a 3 pasos de ella. Le abrí los brazos para recibirla. Ella no dudó. Se sumergió en un abrazo conmigo y lloramos juntas sin palabras. No hacía falta.
Después el hijo me pidió disculpas por la demora en ingresar a la visita que estaba causando el hecho de sacar el cuerpo de su padre (!?), yo le toqué el antebrazo y le dije que eso era lo que menos tenía que preocuparle, que hace un mes yo podría haber sido él.
El grado de identificación, de cercanía emocional con un total desconocido, no sé otra forma de explicarlo, es "La Autopista del Sur" de Cortázar, no es un lugar donde las personas pasan y no se miran. No es un lugar donde uno puede quedarse solo aunque sea a llorar, los demás no te van a dejar, no va a faltar quién te acerque un vaso de agua, quien te abrace sin decir nada, quien te tome la mano y se siente a tu lado. Lo que es maravilloso, a diferencia de quienes no están viviendo esta situación, es que nadie siente la necesidad de hablar cuando no hay nada para decir, sólo se quedan a tu lado, sólo te tocan el hombro, sólo te dan un abrazo.
Eso sí, día a día nos preguntamos "¿y, cómo estamos?", porque ese es otro síntoma del sindrome de la internación en los familiares, nosotros estamos también internados, nosotros también tuvimos un infarto, un tumor de riñón, un pico de alta presión, nosotros también seguimos con el respirador, o logramos que nos lo sacaran, o nos están dando antibióticos. Todos hablamos como si nuestro familiar y uno fueramos uno solo. Al principio pensé que era yo quien lo hacía, luego me fui dando cuenta que no, que a todos los que nos vamos quedando mucho tiempo en la internación nos sucede.
Tantas anécdotas, tantas historias mínimas, tantas pequeñas situaciones que son la vida o la muerte, o la desesperación total o sumirse en la angustia.
Y otro punto común, los que estamos internados junto a nuestro familiar, por lo general somos una sola persona, en pocos casos son 2 o 3, por lo general decimos "nosotros", o "hoy estamos mejor" porque somos nuestro familiar y uno. Podríamos preguntarnos dónde carajo está el resto de la familia, pero bueno, mirando hacia la propia, ya queda perfectamente claro lo que pasa en las de los demás.
Una mierda.
Y encima me pongo a teorizar al respecto, así como hemos hablado de prisionalización, hospitalización del paciente psiquiátrico, hotelización en los all inclusive, ahora me pongo a teorizar acerca de la adaptación al mundo hospitalario por parte de los familiares. (Ja, el primero que diga que esto es un mecanismo de defensa se gana el premio al Perogrullo).
Cuento la última por hoy. Hace unos días, no habíamos cumplido el mes en este hospital en particular, pero faltaba poco. Yo había pedido que me guarden en la heladera de enfermería unos jugos en cajas de 250 ml para irle dando a mi familiar internado. Fui a buscar a un enfermero para pedirle uno, y como no encontré a nadie en la pecera de enfermería, me mandé por el pasillo de terapia intensiva para adentro, al fondo, a la izquierda, adentro, al office de enfermería, donde suponía (correctamente) que estaría la heladera. Al llegar, veo a varios enfermeros y me quedo con los pies clavados en el piso, y digo en voz alta "me parece que ya llevamos mucho tiempo acá, no?".
Bueno, en esas andamos. Puede sonar interesante. Les juro que es una mierda.