lunes, 30 de enero de 2012

Y cuantas más?

Una migraña, a la semana otra, a menos de 7 días, otra más.
Con aura, sí, todas, las tres, en realidad así son mucho más que tres, son TODAS.
Hormigueo de la mano, la boca dormida, la vista deslumbrada, sin poder hablar, sin poder armar una frase en la mente.
Así, teniendo que quedarse bien quietita intentando que nadie venga a querer ayudar, porque todos preguntarán ¿estás bien? , ¿que te pasa? o ¿necesitás algo?
No, mis queridos y no tan queridos, no necesito nada, no estoy bien y no te puedo explicar qué me pasa. 
Lo que me pasa es que el cerebro decidió pegar una voltereta en la montaña rusa eléctrico-química, y cuando él lo decide, no se puede hacer nada, no puedo irme a mi casa, como me sugieren bienintencionados, no puedo, porque no puedo tomar el ascensor, no puedo cruzar la calle, por supuesto que no puedo manejar, es más, desde el inicio, no puedo juntar mis cosas en la cartera. NO PUEDO!
Y eso me provoca una impotencia, una bronca, unas ganas de hacerme extirpar el cerebro...
Ya no me asusta, sólo quiero que pase, que termine de una vez, aunque venga el dolor después, pero que yo pueda hablar, pueda mirar, pueda juntar mis cosas y largarme de una vez, en busca de un lugar oscuro. 
Y sí, ya sé que pasa, que siempre pasa y siempre termina de pasar, pero en el momento, parece que fueran horas, semanas, y si te sucede tres veces en tres semanas, te parece que es toda la vida.
Maldita sea...

jueves, 26 de enero de 2012

Si estar bien parado depende de los zapatos...

Montón de ocasiones he charlado, principalmente con Silvia, pero también con otras personas, respecto a los zapatos.
Que si uno tiene una idea previa de qué calzado quiere comprarse, saldrá a buscar y de ninguna manera lo encontrará; que si el estilo del calzado habla de la identidad, o al menos de la identidad que uno pretende mostrar hacia los demás; que un indicador de lo que la "socialización" provocó en mí es lograr que esté dispuesta a usar zapatos, pues de muy chica lloraba y no quería usarlos, y de adolescente salía descalza al mundo casi todos los días; podríamos decir etcétera.
También hemos masticado bastante el tema de cómo y cuando uno está bien o mal parado; de que si uno está mal parado, sin dudas, lo que emprenda no saldrá bien; de sentirse bien parado aún en situaciones que uno mismo se sorprende; de si estar bien parado es sinónimo o no de estar firme en una posición o abierto a los cambios que traigan los vientos; y podríamos volver a decir etcétera.
Hay también cantidad de supersticiones y mitologías (a las que suscribo absolutamente en tanto el pensamiento mágico actúa como deidad en mi vida) respecto a los zapatos: que si uno tira los zapatos antes de irse de algún lugar, nunca volverá, pues esos zapatos fueron los que ahí lo llevaron; o que uno debe tirarlos para no llevarse ni la tierra de ese lugar; que hay zapatos de la buena suerte, o que generan que uno esté más bello/atractivo; que si usás determinado calzado te llevará por sendas correctas o incorrectas; y una vez más podríamos decir etcétera.
Pues ayer fue un día raro...
No en relación a las cosas que sucedieron, que dentro de todo, quizá el refugio del escritorio y la oficina con aire acondicionado protegen de algunas de las cosas que uno ha llegado a llamar cotidianas.
Ayer me calcé plataformas, por primera vez en mucho tiempo. Aclaremos que las plataformas están en mis pies desde que salieron al mercado en los años 70, y por suerte cada tanto vuelven a estar de moda, y cuando así sucede, compro varios pares, para cuando no sea temporada.
Pero venía de usar sandalias/chanclas/ojotas de goma, esos nuevos zuecos de goma que en algunos lugares llaman clogs, o directamente zapatillas deportivas.
Ayer, pues, me calcé las plataformas, como antes, con un jean y una remera suelta.
No podría decir en qué año en particular compré esas, cómodas, de batalla, con plataforma de goma. Pero al parecer, hace mucho, y aparentemente, el plástico tiene fecha de vencimiento.
Porque cerca del mediodía empiezo a sentir que piso mal con el pie izquierdo. Cinco pasos después, me detengo, me sostengo de la pared y levanto el pie para mirarlo, y veo que se partió la plataforma a la altura donde están por comenzar los dedos.
Sigo caminando, y siento, más o menos 45 minutos después, que el talón del mismo pie como que se hunde al caminar, y miro de nuevo y veo que se ha partido la parte del talón del lado interno. 
Y un rato después, cuando verdaderamente siento que no puedo caminar de esa forma - y aclaremos que ni estaba caminando ni estaba en la calle, sino en la oficina -  veo que la rajadura del talón se continúa por la parte de atrás del pie.
O sea, mi plataforma izquierda comenzó de golpe a autodestruirse, a desintegrarse, llegando a dejar en el pasillo un reguero de (Hansel y Gretel) pequeños pedazos negros. 
Y en ese momento me di cuenta que de ninguna manera podía seguir así, que no podría ni siquiera ir a comprar otro par de zapatos, que me quedaría descalza, al menos del pie izquierdo, en cuestión de pocos minutos.
Nunca ví algo parecido.
Por supuesto que hubo alguna compañera que amablemente fue y me compró unas sandalias de goma con un poco de taco para salir del paso (lindas, además), pero todavía me da vueltas el significado posible de lo que pasó, de lo que ME pasó.
Que uno ande por la calle y se le rompa el tacón, bueno, sucede, uno pisa mal (está mal parado), o hay algún defecto en la vereda. Que una persona sea pisada por un taxi porque su tacón ha quedado atrapado en la vía del tranvía, también ha pasado, claramente, mi abuela Betty.
Pero que así, sin mayor exigencia, el calzado comience a desintegrarse, eso sí que no había visto. Qué pasó? Empecé el día con una "parada" determinada que la vida decidió que para ese día no era la correcta? Se me cambió la forma de estar parada de un momento a otro, sin que yo fuera conciente? No debía ponerme plataformas ayer? A dónde me llevaron esos zapatos, que ahora no debo ir nunca más?
En fin.... terminaron en el tacho de basura de mi oficina....

lunes, 23 de enero de 2012

de la etiología de las migrañas

Hace años me enseñó un gran neurólogo a llevar un diario de registro de dolores de cabeza y migrañas. Decía él, correctamente, que a un doliente crónico, si le preguntan cómo ha andado de sus dolores, éste contesta por el dolor de ayer o de antes de ayer, y no del último mes.
Cuando uno lleva un registro, en cambio, puede observar no sólo la frecuencia de los dolores, sino los diferentes tipos y lugares donde duele, las diversas situaciones o factores que los pueden haber desencadenado, e inclusive identificar gatillos para evitar ciertos alimentos o formas de iluminación que las desatan.
A pesar de más de una década de llevar ese registro, cada vez que hago una migraña suelo buscar la causa en la situación inmediata anterior a que aparezca el aura, o el dolor, en vez de pensar en cómo las cosas habían llevado a que se generara el clima suficiente para que el gatillo pudiera disparar una tormenta eléctrica en mi cerebro.
Así, el sábado pasado comencé un aura visual, justo mientras jugaba al Memoria con mi Madre, en su casa, después de haber tomado un vermouth con queso Camembert.
Ahí, clarísimo, 1. el Camembert, todos los quesos fuertes son migrañógenos. 2. mi Madre, que es migrañógena al natural. 3. el vermouth, bebida alcóholica dulce, a esa hora de la media mañana.
Dejando de lado, por supuesto:
1. La cantidad de compañeros de labor que se encuentran sometidos al feroz maltrato laboral que está sucediendo aquí, incluyendo las "invitaciones", no demasiado amables, a que se pidan el pase a otra área, para después no firmarles el pase (buscando quizá agarrarlos en "abandono de trabajo"?)
2. Las largas o breves conversaciones posibles con estos compañeros, tratando, al menos, de que logren sentir la situación de una forma diferente
3. Las movilizaciones, asambleas, pegatinas y toda la actividad gremial que se ha desatado últimamente
4. El malestar que provoca que el Estado te toque el sueldo a su placer, sin tener siquiera un interlocutor puntual para odiar
5. La incertidumbre respecto a si el Estado logrará o no tocarnos el sueldo, con y sin actividad gremial
6. El ejercicio físico recientemente iniciado - 150 minutos semanales de ejercicio aeróbico - debido a mis índices de colesterol
7. La decisión, y puesta en marcha, de someterme a un control nutricional con un especialista, modificando mis horarios y hábitos de alimentación
8. Las vacaciones de Rosita, que iniciaron el día de hoy, lunes
Sigo????
 O sea, el Camembert debe haber sido el menor de los ingredientes del cocktail que llevó a que recién iniciada una partida de Memoria, yo comenzara a ver los cuadritos borroneados, como si estuviera deslumbrada, aluzada, iluminada, otra vez, de nuevo, again, una vez más.....
Así, aluzinada me fui caminando despacito a mi cucha, a tomar la medicación posible y refugiarme en la oscuridad, esperando y deseando que aún habiéndola tomado ya bastante avanzada la tormenta, pudiera parar al menos su furia.
Y así vino la tempestad, esta vez soplando fuerte desde el inicio, arremolinándose en la raya del pelo y relampagueando y tronando a cada paso que daba....
Pasa.... siempre pasa, por suerte pasa, y por suerte, uno sabe que pasa
Y pasó...
Y hay tantos factores y tantas situaciones y tantas circunstancias que uno no puede ni controlar ni evadirse....
En fin, otra migraña, otra tormenta.
También ahora he sobrevivido

jueves, 5 de enero de 2012

Muerte por agua...



DEATH BY WATER
Phlebas the Phoenician, a fortnight dead,
Forgot the cry of gulls, and the deep sea swell
And the profit and loss.
A current under sea
Picked his bones in whispers. As he rose and fell
He passed the stages of his age and youth
Entering the whirlpool.
Gentile or Jew
O you who turn the wheel and look to windward,
Consider Phlebas, who was once handsome and tall as you.


 
Qué grande T.S. Elliot

Ser biónic@

Pues así es, tan rápido y fácil como te dijeron. Te hacen un montón de mediciones, y luego, sacan de adentro de tu ojo el cristalino e introducen la lente. Así de rápido, así de fácil.
Luego, nada, gotas en los ojos, primero muy seguido, luego se va espaciando, ya terminaremos y también nos olvidaremos.
Y el cerebro que comienza a aprender a usar esos ojos nuevos, y descubres que hace añares que no percibías las texturas, no sólo el pelaje de mis bigotones coludos, sino la piel de tus propias manos, la madera, las hojas de las plantas...., es medio difícil de explicar.
Y llegará el momento en que el cerebro haya terminado de aprender, y ya no usas anteojos, porque ya ahora ves de lejos y ves de cerca y no se puede creer los años que tuviste que ponerte las gafas para mirar el despertador de la mesa de luz.
Sé que la operación de cataratas tiene en práctica mil años, pero sigue siendo fascinante, encima lentes multifocales!!!
Hay momentos en que la luz impacta de determinados ángulos y los demás llegan a ver en tu pupila como un pequeño brillito que danza dentro de tu ojo. Yo sonrío, algunos realmente se sorprenden y hasta dicen que es bello, a mi socio le divierte.
En el camino, he descubierto los Audio-Libros, particularmente en los primeros días, en que leer no era una opción. Ahora me parecen un accesorio realmente importante. Digo, me permiten no ver taradeces en la TV mientras tejo, o mientras hago bicicleta fija,  o "leo" mientras viajo en subte.
Está bien, es verdad que los descubrí de la mano de Stephen King (La Torre Oscura, los 7 tomos!!!!), lo que facilita que no me importe la gallega pronunciando mal las palabras que estarían en inglés o que cada tanto diga "guión" en medio del texto.
Mircala habla de "multitasking".
Yo creo que el ser humano es tan maravilloso que así como crea venenos terribles o máquinas de fulminar poblaciones, también se le ocurre fabricar con la tecnología estos pequeños "complementos" de la vida diaria, que hacen que uno pueda leer mientras maneja, que uno pueda después de años, volver a ver el mundo con claridad, y muchos otros que seguramente aún no he experimentado.
Vamos, querida humanidad, sigamos creando, fabricando, poniendo en práctica, haciendo!!!
No me importa sentir que en un punto comienzo a ser un cyborg.