jueves, 3 de junio de 2010

De cómo se me parte la cabeza

Hay veces en que la realidad no tiene una sola cara. Veces en las que uno "lee" en la situación detrás de las máscaras de los demás, o veces en que uno sabe algo que no puede decir.
En esos momentos, yo siento fehacientemente el desdoblamiento de la realidad en la interacción con el otro, y puedo graficarlo al poner ambas manos hacia el frente, con la palma hacia afuera, con una de ellas cubriendo una parte de la otra, digamos, tal cual como cuando uno quiere explicar que en un aura de migraña hay una parte que no se ve, o que se ven luces, como si uno estuviera deslumbrado.
Lo genial de esto, terrible a la vez, es que pasados ya 30 años compartiendo mi vida con las migrañas, termino por saber que cuando la realidad se me "desdobla", mientras más esfuerzo haga por sostenerla de esa manera, mayor la probabilidad que sobrevenga una migraña, y no de las comunes y simples, sino de aquéllas tormentas que no te permiten más que sumergirte en medio de las sábanas con las persianas bien cerradas.
Ya sé, lo ideal es no sostener esas sistuaciones "sobre-encimadas" en la relación con los demás, pero también sé que cuando llego al límite, empiezo a decir lo que los demás no quieren escuchar, lo que encubren, lo que les hace requerir una máscara, y sufro el efecto "el Emperador está desnudo". Pero como dice mi Socio, en el cuento quien lo denuncia es inimputable, porque es un niño, en mi caso no. Y los demás no quieren que se ponga en palabras lo que se pretende ocultar, lo que así escrito, es una obviedad. Así que esto también me hace receptora de efectos sociales negativos.
En fin, una de las formas de que se me parta la cabeza...