martes, 26 de julio de 2011

Cada bicho....

Realmente hay cada bicho caminando por la jungla...
Más allá de ver, aparte de la fauna habitual, una garza blanca en el medio de la nada, o un buho pequeño cazando insectos, o inclusive algo que no sé si era una tarántula o una araña pollito (que pudimos ver gracias a que uno de los guanacos de esa zona iluminó con su celular, para luego ni tomarle una foto ni pisarla, sólo empujarla con el mismo celular para que continuara su camino).
Más allá de eso, digo, hay "visitantes", "turistas" en la jungla, que se acercan con mayor o menor respeto, que tienen o no prejuicios, o que simplemente no notan qué tanto estorban a la vida cotidiana, llenando de preguntas estúpidas un medio en el que perder el tiempo con estupideces no está bien visto (perder el tiempo en algo placentero sí).
En fin, que una foto del camino me sirve para ilustrar lo que hoy siento...

viernes, 8 de julio de 2011

Pumas en la puna

Luego de renovar las alas metálicas, logramos llegar al norte, al noroeste para ser más exactos.
Es verdad que me rompieron una rueda de la valija y me perdieron el necesaire con las cosas de baño y toilette, que apareció recién a la noche, mientras habíamos llegado al amanecer.
También es verdad que descubrimos rápidamente que Güemes es un pueblo ideado y gerenciado por Kusturika, primero cuando llegamos al Hotel, que no sé por qué le pongo la mayúscula, ya que es uno de los lugares más sórdidos que he pisado en los últimos veinte años, incluyendo las villas en donde he caminado, pero que en este caso había que quedarse a dormir y pretender bañarse, lugar en el que daban ganas de no prender la luz para no ver la mugre y lo decrépito del sitio.
Igual de rápidamente aceptamos alojarnos en ese inmenso páramo recién construido para ser próximamente terreno de Jungla, previo pedir permiso al Oso Mayor, así que al menos, lo que limpiamos fue para estrenar bañadera, colchones, sábanas, almohadas, etc.
Así como en casa nos instalamos, pequeño par de gatos domésticos que pretendemos camuflarnos como pumas. Así los jóvenes habitantes de este extraño paraje nos reciben, sorprendidos de que nos organicemos solas el desayuno (con comentario entre ellos "desayuno americano" incluido), pero que después lavemos nuestros platos; extrañados de vernos conectar artefactos para lograr los climas en los que trabajamos, y después exigir, en tono jerárquico, que nos entreguen una escoba para barrer el espacio que ocupamos estos dos días.
Esto es lo primero que ví esta mañana, antes de desayunar:

Pero también habíamos logrado el primer día ir a la ciudad, salir de la - en esta ocasión - aislada Jungla, donde no sólo charlamos por largo rato con un "pibe" que se había rehabilitado en una cuasi secta, de la que hablaba profusamente, elogiando la importancia que para él tenía el hecho de que Ellos tomaran las decisiones por él, ya que él se había equivocado tantas veces en su vida, no importa que hace 7 años que comenzó su tratamiento; también ahí, tuvimos encuentros cercanos no del tercer tipo, sino sanitarios, por ejemplo con una persona en un baño de un bar, que dedicó más de media hora a charlar con una de nosotras sobre, cómo se había formado como enfermera en la Gran Manzana, terminando con un efusivo deseo de "buena estadía", al mismo tiempo que hacíamos uso de las instalaciones en cuestión.
Ahí, obviamente, como buenos bigotones turísticos que somos, nos hicimos la foto de rigor, que sigue ahora:
La vida siguió manteniéndose en el mejor estilo Kusturika, cuando ayer, para volver a nuestro apartado alojamiento, tomamos un remís, que se caía a pedazos, literalmente, es decir, cada 2 o 3 cuadras, hacia "crak", como si se estuviera rompiendo alguna parte del auto. Para mejor, a mí me cuesta entender el acento local, con lo que no me extrañaba no entender lo que mi hermana hablaba con el chofer. Lo que me extrañó fue el tono de ella cuando le preguntó: "de la India sos???".
Sí, estimados, de la India, como si fuera un taxista en Nueva York. No se le entendía más de la mitad de lo que hablaba, y no contestaba más de la mitad de las preguntas que le formulamos.
Sólo hoy, charlando con locales del Pueblejo, nos enteramos que hay una importante comunidad hindú radicada en este lugar en particular, no en la ciudad capital, sino en este mismo e importantísimo pueblejo; que hace más de 30 años que se han establecido acá, y que son considerados personas muy gentiles, trabajadoras y amables.
En fin...
Seguimos

domingo, 3 de julio de 2011

Vuelvo a casa

Amanece en la ruta...
Segunda vez, (tercera?) que miro el amanecer haciendo un trayecto importante sobre ruedas en vez de volando.
En este y el anterior amanecer, resulta que despertarme temprano me es placentero,a diferencia con el resto de mi vida.
Acá, por segunda vez, disfruto del dormir de los demás mientras prolijamente me hago la toilette, me peino, lavo y acomodo como pequeño felino doméstico que soy.
Sí, quisiera un café, pero esta vez no entiendo dónde ni cómo obtenerlo, será la poca experiencia en viajes así.
Y esta vez, no me relacioné con nadie aparte de la hermana que viaja conmigo.
Ella duerme.
Satisfechas ambas de habernos sentido en casa, mimadas, cuidadas, queridas y atendidas, por el pedacito de familia que hemos construido ahí; contentas de haber logrado un espacio entre águilas, guanacos, orangutanes, buhos, pumas, algunos jóvenes y otros no tanto, de haber capeado los embistes de groseros cerdos y de serpientes que parecen haber perdido la razón...
Pero mucho más contentas de haber logrado, justo antes de terminar el viaje, sentarnos juntas, solas, y hablar, y desarmar los nudos y marañas que se habían formado entre nosotras, y sacar esas telarañas para poder, entonces, abrazarnos y disfrutar juntas de lo que habíamos hecho y vivido.
Vuelvo a casa...