miércoles, 19 de abril de 2023

Reflexiones con el Mar

Pues no, no me río a menudo, ni tengo con quien hacerlo
Pero soy de empatizar con casi todas las personas con quien me cruzo
Y ambas me parecen igual de importantes

martes, 4 de abril de 2023

Balance?

Por dónde se empieza?
Por los recuerdos lejanísimos cuando era muy chica y cambiábamos de casa/país/idioma seguido? Cuando "ir a Acapulco" significaba ir al Mar?
O poco después, cuando empecé a estar muy perdida y muy molesta, muy triste y muy confundida, cuando comprender a mi madre era imposible, aunque yo aún lo ignoraba y seguía creyendo que podría?
O quizás cuando, intentando huir de tanto dolor y tanta confusión decidí empezar a anularme, aunque fuera de a ratos, para solo volver para lastimar en el afuera tanto como me lastimaba el adentro.
Y vaya que desarrollé el arte de la auto destrucción, y claro que pagué el precio, exclusión tras exclusión, para luego llegar a este "exilio", que, para bien o para mal, resultó una oportunidad más de vivenciar mi profundo instinto de supervivencia.
Y luego, a pesar de los tropezones, a tratar de pararme sobre mis pies, tratar de dedicarme a hacer lo que me salía bien y que creía que quería hacer.
Ok, sí, en lo laboral, nada de qué quejarme. Momentos en que incluso me sorprendía que cobraba un sueldo por hacer algo que disfrutaba. Momentos en que fui consciente de que estaba haciendo lo más importante que haría a nivel profesional. Sí, lindos tiempos esos. 
Claro que el resto de la vida seguía, cierto que en ocasiones deseaba que todos me dejen un poco en paz, que estaba harta, o triste, o insatisfecha.
Y luego, los tsunamis, uno tras otro, con un breve paréntesis de segunda adolescencia y rock hasta el amanecer, pero esta vez con lucidez, con alegría intensa.
En un momento, todo se convirtió en "madre", todo, impidiendo hasta tomar helado mirando la tele, y ahí, conocer la angustia con sus síntomas físicos, empezar de nuevo con la ideación suicida, y bueno, ayuda profesional y esperar a que termine el terremoto.
Y todo termina, claro, pero todo tiene un costo, y en mi caso fue la espina vertebral, literal. Y entonces, los tiempos del dolor físico, de la discapacidad, de no poder ni bailar ni hacer nada, nada.
Y luego me volví Biónica, y volví de a poco a poder moverme, andar en bici, bailar, vivir, digamos.
Pandemia, cuarentena, soledad que para mí fue un idilio conmigo misma. Ser voluntaria, sentir que estaba contribuyendo con la humanidad con mi granito de arena.
Y así se llega a ahora, a volver a disfrutar la grupalidad, en bici, bailando, haciendo ejercicio.
Sola, sí. Aburrida, a veces.
Pero con un nivel de disfrute de la libertad, del placer de ser yo quien elige qué, cuándo, en qué momento, que creo que resulta más placentero por todos los años (tantos!) en que no fui libre 
Así que si se trata de hacer balance, pues estoy llegando a esta edad mejor que nunca, y en este caso es tan verdad que ilumina.