jueves, 17 de septiembre de 2009

De cómo una Chica Cosmo ve una película "shampoo"

Bueno, vieron esos días en que uno no quiere pensar en nada, que no se siente del todo bien y prefiere ver "cine shampoo" (para lavarse las ideas), ok, eso hace ella.
Revisa cuidadosamente la revista del cable, para elegir LA película adecuada, pone el canal, busca algo para taparse, y se despatarra en el sofá para verla. (Por si a alguien le interesa, la película se llama "Porque yo lo digo")
Bien, se mira toda la peli, y al llegar al final, sin entender muy bien la causa, ella comienza a llorar, al principio un poquito, luego se suelta y llora, y llora, y solloza, obvio que ya se sacó los anteojos y consideró que va a tener que desmaquillarse después, porque seguro parece un mapache.
Sigue llorando, tratando de pensar el motivo por el que llora, y ahí comienza la estúpida lista de que por qué ella no tiene hermanas como las de la película, con las que pudiera reírse, hacerse cómplices y hasta protestar juntas contra Mamá; de que por qué a ella no le tocó en la vida una madre como esa Mamá, que es capaz de llamarla y llamarla por 4 días seguidos aún cuando ella no le conteste porque está enojadísima con ella, y esa Mamá no sólo sigue llamando, sino que le habla al contestador, y también le dice que la extraña; bueno, y ya que está, llora también porque se murió su profesor de violín, que no importa que tuviera 92 años y que ella hace más de 3 años que no practica con el violín y menos aún va a clases, pero que ella recordó su cumpleaños y no lo llamó, precisamente porque tenía miedo que le dijeran que se había muerto, entonces se siente una idiota por no haberlo llamado, sobre todo porque finalmente se murió a una semana de haber cumplido años; y sigue llorando porque la Mamá de la película es capaz de preguntarle a la protagonista qué se siente tener un orgasmo, y confesarle que no, que su padre durante el día nunca tenía tiempo, y por la noche estaba muy cansado.
Después de llorar un buen rato, como Dios manda, una buena Chica Cosmo que se precie, procede al baño a sacarse todo el maquillaje, no sólo lo que se corrió, sino que se limpia a fondo la cara, y sigue con la terapia Cosmo. Busca la cera y se depila el bigote (de león) hasta lastimarse los labios, pero no deja ni medio pelito.
Y cuando termina de sacarse los pedacitos de cera que le quedaron por toda la cara, y decide que nunca más, que en adelante irá a depiladoras para esos menesteres, respira hondo, se toma un par de tranquilizantes (obvio, recetados por el médico, no es cuestión), se acuerda que está indispuesta y que seguro es por eso que lloró como lloró, mientras, simultáneamente recuerda que Silvia dijo que ella siempre ha estado sometida a muchas exigencias (auto y hetero), y le dice al espejo "Ves Silvia? por eso mantengo el nivel de autoexigencia, porque si dejo abrir el dique, me corro todo el maquillaje".
Y así, con la cara ya desmaquillada, los ojos ya deshinchados y sin un solo bigote en la cara, piensa que cuando se vaya a acostar, ya no necesitará desmaquillarse.
Ah, por supuesto, el resto de la noche tiene un dolor de cabeza que no se le pasa ni con el ibuevanol, y al amanecer al día siguiente, lo primero que hace es tomar un antimigrañoso, porque la cabeza se le parte.

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