domingo, 21 de junio de 2009

Día del Padre

Es extraño cuando llegan días así. Donde la mayoría de las personas tiene algo que festejar y uno no. Seguramente hay mucha gente que está como uno: sin padre vivo, sin hijos para festejar con su pareja que él es padre.

Sin embargo, más allá de felicitar a los amigos que sí lo son, me parece oportuno hacer un reconocimiento a quienes han sido mis padres.

Primero que nada: mi padre, por supuesto, que seguramente estará haciendo jam sessions con su trompeta en algún lado, aquél que me formó de manera tal que después se sorprendió de que yo llorase cuando me comunicó la muerte de Cortázar, a quien en un momento dije "algo está muy mal si vos y yo tenemos 30 años de diferencia de edad y mis amigos se mueren más que los tuyos". Y justo a continuación, Pepe, que también estará con él y con Fidel riéndose y pasándola bien, quien supo escuchar, sostener, proponer, e inclusive salir de ese lugar de ansiedad para reunirnos a tomar café, en ese tono, pero justo cuando había que hablar de cosas complicadas o dolorosas, quien me contó la historia de la familia de ese lado, quien me sostuvo tantas veces, a quien no fui capaz de acompañar en su muerte aunque él mismo ese día me había dicho que tenía tanto miedo.

Después de ellos, hay personas que me han actuado como padres, a veces inclusive sin saberlo, a veces sabiéndolo, queriendo hacerlo o no.

Y acá, vaya mi cariño profundo a Joaquín del Bosque, quien me marcó tanto tanto cuál es el objetivo de lo que estamos haciendo; Carlos Cagliotti, padre terrible y consciente de ello, quien decía que mi padre le había dejado a él la patria potestad, quien me enseñó que ser Asesora de un Subsecretario para lo único que sirve es para siempre dejar el postre por la mitad, pues cuando éste se pone de pie, uno tiene que dejar todo lo que está haciendo para seguirlo; a Julio Aparicio, padre que me enseñó tanto y de quien no pude aprender tanto, que aún en ocasiones me da indicaciones y yo no logro entenderlas, por lo que no logro seguirlas.

Vaya también mi carga de dolor por no ser capaz de decirle a mi marido "Feliz Día" pues su hija no es nuestra, con la conciencia de que él sabe que a mí me duele, y sabe que yo sé que le duele a él que no tengamos hijos. Abracémonos fuerte mi vida, que el camino sigue para ambos, y mirémonos la señal en la frente sobre todo en los momentos de locura, de dolor o de desesperanza; pero recordemos que estamos juntos, que hemos decidido pasar la vida juntos.

En fin, día del padre, o Día del Padre, como toque ser, veamos si al menos lo paso con mi Madre.



viernes, 19 de junio de 2009

Estado de Situación

Ok, es bronca? es dolor? Se parece más a una sensación de que se está cometiendo una injusticia conmigo. No pasa por que "mi" programa quede en manos de otro; eso precisamente fue lo que permitió en el largo plazo demostrar que otro programa "mío" era bueno, servía, aunque no estuvieramos los 3 fundadores sosteniéndolo.
Sí me molesta la sensación de que esto se hace para mí, con dedicatoria, para restregarme en la cara que no soy indispensable. Eso sí lo siento como una agresión. Pero puedo vivir con eso, no es mayor a otras que he recibido.
Lo que me "molesta/duele/indigna", etc. es escuchar reiteradamente que "el otro" está leyendo en mis acciones alguna intención oculta, como si yo quisiera sacar un beneficio personal a tareas que ese mismo "otro" me puso a hacer. La sensación de que él olvidó que las cosas las "dispuso/ordenó" él mismo.
Y entonces, partimos de un nivel de desconfianza inicial de ellos hacia mí, como si yo fuera la jugadora de ajedrez, como si yo tuviera una "hidden agenda" y fuera una trepadora, manipuladora, en busca de recompensas personales. Eso sí me duele, básicamente porque yo estoy segura, convencida, de que a mí me basta con los resultados, porque ya lo he pasado, ya lo viví, y ya me tocó tener la satisfacción de ver mis proyectos hechos realidad.
Por eso no necesito más nada, por eso lo único que pido es un poco de respeto por lo que he vivido, por mi trayectoria. Y no que se piense que hago las cosas por izquierda, solapadamente, para ganar algo en particular para mí.
La satisfacción de ver cambiar a las personas a partir de determinadas intervenciones en las que me ha tocado impulsar son pago más que suficiente.
No me gusta estar con gente que parte de desconfiar de mí. No quiero tener nada más que ver con ellos.
Pero tampoco veo aún la puerta de salida, que siempre existe, sólo que aún no la veo.

sábado, 13 de junio de 2009

De cábalas y supersticiones

Releyendo algunas entradas encuentro la del momento en que tomo conciencia de haber dejado de ser un peatón.
Lo curioso de esto es que para mí, el hecho de querer comprarme un auto se relacionaba directamente con cambiar de trabajo.
Veamos: trabajando en Marcos Paz, o sea, viajar en 1. un taxi, 2. el tren hasta el final, 3. un remis trucho (el tiempo lo calculan uds.), decido comprarme un auto. Junto el dinero, y cuando estoy a punto de decidirme a comprarlo, chan, cambio de trabajo. De vuelta al microcentro, al subte, a la oficina.
La siguiente: trabajando en Ciudad Oculta, esto es, viajar en 2 colectivos diferentes, en un total de casi una hora de viaje, comienzo de nuevo a juntar el dinero y a buscar un auto. Ya adivinaron, de nuevo al microcentro, al subte, a la oficina.
Finalmente, me pudro de que el chofer del auto de la oficina me rete, me cague a pedos, etc. (resulta que los patos ahora les tiran a las escopetas, y a mí me gritan los choferes y las secretarias), cansada pues, de no manejar MIS tiempos dentro de la jungla, la tercera es la vencida, y me compro el auto, hermoso, dulce ratoncito que me permite ir y venir en mis tiempos y mis rutas.
Y sí, curiosamente, se me cumple la cábala, la superstición. No sólo no vuelvo al microcentro, sino tampoco visito la jungla. Uso al ratoncito para cuestiones personales (muy ok sin duda), pero por trabajo? una vez por semana y eso por unas semanas más.
Es fabuloso, el pensamiento mágico es real. Llamativamente.

jueves, 11 de junio de 2009

Y si seguimos con los bigotones

Cursiva
Uli a la izquierda, Toto a la derecha. Sobrinos míos ambos.
Ahora ¿puede alguien negarme que lo mejor que me puede pasar es reencarnar en Gato del Botánico?
Ok, por supuesto que no me molestaría ser gato casero, y que mi "dueño" (every cat owner knows that nobody owns a cat - todo dueño de un gato sabe que ningún gato tiene dueño) me mime, me consienta, me malcríe y me deje, sobre todo, descansar, que eso de ser gato casero toma tanto trabajo...


(hay envidia en mis palabras, por supuesto, pero cuando uno los mira, díganme si no da envidia)


Bigotón que reparte folletos


Se entiende cuando digo que quisiera vivir como los gatos y las plantas, no?
Pues este bigotón no tuvo ningún reparo acerca del objetivo del canasto, ni de los papeles que quedaron bajo él.
Simplemente encontró un hermoso y cómodo lugar donde dormir al sol.
Ah... dormir al sol, sin preocupaciones, sin hacerse preguntas existenciales del tipo "¿por qué estoy aquí?" o "¿cuál es mi identidad verdadera?"; ni siquiera preocuparse por el futuro. Eso llegará cuando llegue.
Sí estimados, gato soy, pero si me porto bien, reencarnaré en gato del Jardín Botánico, donde las señoras "bien" se ocuparán de llevarme alimento, incluso de vacunarme.

miércoles, 3 de junio de 2009

Y los padres de Lupita








Por supuesto, los más enamorados, los responsables, los poseedores del tesoro tan preciado. Con miedos y lágrimas de emoción, y pensamientos racionales y no tanto. Con la - finalmente - presencia de La Esperada en la casa, en la vuelta a la vida "normal".



Cómo volver a vivir normalmente cuando saben que la Princesa está ya con ellos? Cómo sentir que esto es lo cotidiano, cuando todo el tiempo necesitan estar aprendiendo de La Deseada?



Paso a paso, dijo siempre La Mamá. Y sí, paso a paso, están cada momento más familiarizados, más familieros, más familia...



Ahora sí, Papá, Mamá y La Preciosa. Ya no son una pareja. Ahora son una familia. Que la vida los llene de alegrías, que la vida permita que uno participe de su dicha, que nos de la vida para ver a La Reina hecha una señorita, y luego una señora, por qué no...




Cosas que se ven....


Y sí, que uno anda por el mundo, que uno ya no es un peatón, que en esta ciudad dejar el auto en algún lado es labor de titanes - más allá de la ayuda del Arcángel Gabriel, Martha - y...

Se encuentra uno con un signo de no estacionar, y lo duda, pero justo debajo del signo, se está estacionando un policía con todo y uniforme.

Y entonces, uno no duda más. Bueno, un poco sí, por eso, por las dudas, por suerte hoy día en el teléfono móvil uno tiene cámara fotográfica, y piensa "si me ponen una multa, les muestro la foto", ja! como si eso sirviera para algo.

Pero la foto valía la pena, por eso, va como parte del paisaje urbano.