lunes, 19 de octubre de 2009

Carta de mi hermana a mi padre

Hola papá:

Hace mucho que no te escribo. No creas, no es que no quiera seguir comunicándome contigo. Pero me resulta difícil decirte lo mucho que me haces falta. A veces todavía me falta tu llamada diaria para preguntarme cómo estoy, qué hice el día de hoy, qué estoy leyendo o si fui al cine. Todavía... sí, todavía. Hace 10 años que te fuiste... que te terminaste de ir, en realidad. Pero todavía extraño ir contigo a la librería (al Ágora o a Gandhi), al cine (como cuando fuimos a ver "Las amargas lágrimas de Petra von Kant"), o ir a escucharte tocar jazz con el cuarteto.

Pero de eso sí hace más tiempo, mucho más tiempo. Ya hacía mucho que no tocabas música... tanto que te gustaba. El otro día escuché por la radio una versión de "St. James Infirmary" y no pude evitar cantar lo poco de la letra que aprendí. Pero también estás en la música clásica, tú con tus preguntas acerca del instrumento solista o tipo de ensemble, autor o por lo menos estilo del mismo.

Y hoy ya no te puedo contar lo que estoy haciendo, los libros que he leído últimamente (y no, no leo José Ingenieros). Tampoco te puedo decir cuánta falta me haces todos los días, cuánto extraño poder platicar contigo de tantas cosas, cuánto extraño mirar tus ojos saltarines y verdes mirándome mientras te miro. Tu sonrisa ya no la puedo ver... o quizá sólo en mi memoria.

Espero que estés bien, en donde sea que estés.

Ose shalom bimromav hu yaʻase shalom ʻalenu veʻal kol yisrael, veʼimru amen!

Tu hija Anny

p.d.: me olvidé decirte algo, pero igual lo has de saber: hace un año (casi exacto) que mamá tuvo un infarto pero está bien, se recuperó y va a festejar sus 80 pronto.

viernes, 9 de octubre de 2009

Sonido

Es así, el sonido del violín siempre me hizo emocionar, prácticamente cualquier tipo de música tocada en violín.
Fué por eso que quise aprender a tocarlo, y aún no logro volver a tenerlo en mis brazos.
Pero termino recién de escuchar nuevamente el tema de "La Lista de Schindler" tocado en violín por Itzhak Perlman, y ahora lo pongo de nuevo desde el principio, y por favor, díganme si no es lo más conmovedor que han escuchado.
Tiene esa mezcla de tristeza, fuerza, cariño y dulzura que evidentemente no cualquiera logra en un bichito tan sensible como es el violín, pero en serio, me hace soñar con que alguna vez volveré a tomar su cuello en mi mano izquierda y volveré a tratar de acariciarle las cuerdas con el arco, sólo por ver si alguna vez en la vida puedo lograr que una belleza de tanta fuerza sea hecha por mí.
A quien no lo haya escuchado, es simple:
y que lo disfruten...