miércoles, 17 de junio de 2015

Quinto día (con delay)

Más allá de las deliciosas rutinas que rápidamente tiendo a establecer, caminata en la playa después del desayuno, o ir al gym, etc., ayer me incluyó mudanza de habitación debido al corte de luz.
Ya había dormido en la nueva habitación, pero me había ido con lo básico, como para bañarme y arrancar el día siguiente. Pero antes del baño, había ido a pelearme con la Gerencia, con quien comencé gritando y terminé llorando...
Así que ella, la Gerente, me propuso, ya que no había certeza de que en los edificios donde estaba alojada, volviera la electricidad al día siguiente, directamente después de desayunar me mudara.
Mejor habitación, dentro de lo estándar, pero un chiquitin más grande, igual que el balcón, y más cerca del gym, también.
Pues resultó que a la noche me sorprendieron con una nota de disculpa que incluía un masaje de relax de obsequio, que me haré el viernes, en lugar de ejercicio.
También como diferente, cené en el restaurant Rodizio, es decir que comí carne como ladrón en día de visita, muy rico, hasta joroba de cebú comí. Y un queso a la plancha con melaza de caña que es para destacar.
Y quizá lo más interesante es que a la tarde me senté en la arena, frente al Mar, pensando una vez más en por qué no vivo a su lado.
Trate de pensar a futuro, en vivir en Brasil y no en Grecia cuando me jubile, lo que me permitiría viajar de ser necesarios trámites, pero no logré visualizar mi casa.
Digo, veo perfecto el departamento donde me iré cuando venda esta casa, pero no logro imaginar como sería mi casa cerca del Mar?
Y ahí me pregunté si es porque faltan 8 años, y de golpe tuve un insight:
No estaré viva dentro de 8 años. No llegaré nunca a vivir junto al Mar.
Y lloré, lloré como se llora frente al Mar, como vuelvo a llorar ahora, con el corazón saliéndose por la garganta, queriendo que las lágrimas alimenten lo salado del Mar.
Dios, espero tanto estar equivocada...

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