20-5 seguimos viaje

Despertamos temprano, gracias a mi socio, que casi me patea para que me baje de la cama, desayunamos, las habituales 2 medialunas, cargamos el termo y nos fuimos rumbo al Cóndor, con la intención de ver los nidos de los loros barranqueros (negociemos, Don Inodoro).

Primer error de urbanos que somos, no nos fijamos los horarios de pleamar y de bajamar, así que llegamos en absoluta pleamar, aunque logramos no mojarnos los pies.

El frío continúa, igual que la llovizna, por lo que los loros, pocos, estaban un poco sorprendidos de la presencia humana (nuestra). Con un poco de paciencia, se alcanza a ver a grupos de ellos que salen de los nidos que están en las piedras del acantilado.Va fotito.

Después de que mi socio lograra convencerme de que el mar no pensaba comenzar la bajamar, retomamos la ruta, rumbo a la Lobería, reserva ecológica donde se crían estos hermosos bichitos, es decir, lobos de mar.

En el camino nos cruzamos con un patrullero de la provincia, que más que otra cosa parecía un poco preocupado de ver a un par de rubios en el medio de la nada en un día que helaba y que llovía, así que se detuvo un poco a ver si estábamos psicóticos, borrachos o sobreviviríamos.

Llegamos a la lobería, donde por supuesto el guardafauna si estaba, estaba bien cubierto por sus frazadas, el centro de interpretación estaba cerrado, pero cruzamos por un costado y llegamos a las pasarelas, donde además de mojarnos y seguir chupando frío, pudimos disfrutar de mirar a los lobos marinos desde arriba del acantilado, mientras ellos se divertían surfeando en pandillas y a los gritos (o ladridos).

Realmente un bicho lindo. Va fotito también, a ver si se aprecia algo.

Bueno, ahí tomamos unos mates bajo la lluvia, hice un pis con el tujes al aire fresco, y comenzamos la vuelta.

Se nos ocurrió que podríamos almorzar en el Cóndor, en realidad no se nos ocurrió, sino que nos lo dijo la chica del Hotel, pero no fue así. Por lo que antes de tomar la ruta hacia Viedma, recogimos a una pareja que hacía dedo en misma dirección, para más dato, el Gordo Bigote, inspector de tránsito del Cóndor, y su esposa Marta - única nacida y criada en el Cóndor - que ellos llaman "la boca". Tienen la misma edad que nosotros, cada uno, y por dios que no es por hacernos los jóvenes, pero están corridos sin aceite.

Eso sí, tenía don Bigote unas ganas de charlar, que nos enteramos de la vida de sus 9 hijos, que realmente admirables, deportistas todos, uno de ellos va 4 veces que hace el tramo Neuquén - Viedma a nado por el río, lo que parece que se celebra cada 2 años.

Llegar a Viedma, previo mostrarnos con exactitud el monoblock y departamento donde vive no sabemos cuál de sus hijos, por si necesitamos algo, (o somos muy urbanos, o realmente esta gente es divina), y ahí nos fuimos a un maravilloso café que descubrimos ayer, en la ribera del río.

Hamburguesas caseras, papas fritas, gaseosas, -se puede fumar- luego pedazo de maravillosa torta, capuccino, y backgammon en medio, todo esto con vista al río, en el que 3 o 4 atérmicos locales practicaban kayak de un lado al otro sin parar.

Ok, vuelta al hotel, whiskito (ah, nos olvidamos, en Patagones hemos comprado el whisky más barato de la historia, y no hablamos de aquéllos que sirven sólo para prender la parrilla, un Passport en $25!!!), siesta, ducha, y acá estamos, reportándonos, ya que mañana partimos hacia Sierra Grande, donde no tenemos mucha idea, pero por lo que los planos muestran, no hay NADA, más que la posible visita a la mina de Hiparsa, que sólo sirve para turismo (esperemos que fuera de temporada también) y Playas Doradas, donde fuera de temporada los hoteles, etc. están absolutamente cerrados.

Así que hasta acá estamos el día de hoy. Seguramente ahora nos iremos a cenar algo al sitio ese en la esquina del hotel, y bueno, estamos en cybercontacto!!!

Saben que pueden poner comentarios? hacen clic donde dice "comentarios" y nos dejan una notita, o sea, si quieren.

Besos y hasta pronto!!!