domingo, 19 de julio de 2009

Postal Urbana

Viernes, aprox 4 de la tarde. Yerbal y Boyacá, una cuadra de Rivadavia (para los que no están en Baires, digamos en una zona comercial, urbana, de mucho movimiento de autos).
Camino por la vereda hasta que diviso un hombre con una caña larga, que en su punta tiene un círculo de metal, del cual cuelga una bolsa de arpillera pequeña. De por sí un pescador urbano de fantasías altas en el cielo es suficientemente raro para que uno detenga su marcha.
Es entonces cuando percibo que el hombre está pescando, efectivamente, pero esta pescando paltas - aguacates, de un enorme árbol que crece en la vereda, y que cuando uno mira con atención, está lleno de frutos.
Ahí, de pie, mirándolo trabajar con una concentración que podría equivaler a un pescador en el río, incluso sacando cada una de sus presas y depositándolas en una bolsa grande, él se percata de mí, mira que lo miro. Entonces sonrío, él sonríe.
Se acerca y me obsequia una de sus preciadas joyas de pesca urbana, y yo aprovecho a elogiar su caña de pescar, menciono la cantidad de paltas que tiene el árbol, pregunto si él vive en esa casa - no, por supuesto que no - y me cuenta que antes el árbol estaba mucho más cargado, que bajó las que pudo hasta que logró inventarse este dispositivo.
Lo miro bajar otras 2 paltas, vuelve a obsequiarme una, le agradezco, me dice algo parecido a que me lo merezco pues tengo muy rico olor (¿?), me felicita, otra vez (¿?), lo felicito yo a él por su incentiva, y me voy, contenta con el obsequio que un pescador urbano me ha hecho.

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