sábado, 23 de agosto de 2008

Lo Inevitable

Quienes hemos vivido en lugares en que la tierra tiembla, no sólo llegamos a acostumbrarnos y después hasta extrañamos los temblores, sino que aprendemos que en esos instantes que dura el movimiento de la tierra (ja, de los cuadros, las perchas, las lámparas...) uno tiene que pararse bajo el marco de una puerta, quedarse y agarrarse de ese marco, ese muelle firme.
Quienes sufrimos de migrañas, cada vez que alguna aparece de golpe, "sin aviso", cuando amaina nos damos cuenta que era lógico que viniera, que sucediera. Que la tierra se venía moviendo, los vasos ya tintineaban en el estante, pero no le dimos importancia.
Y cuando realmente te ataca fuerte como un terremoto, y no sólo como un simple temblor, nos percatamos que no veníamos teniendo ningún marco donde refugiarnos, que hemos decidido tirarnos a bucear en aguas turbulentas aún sabiendo que el muelle no está firme.
Cuando salimos de nuevo a la tierra, nos consideramos valientes, pensamos que hemos hecho lo correcto, lo que había que hacer...
Hasta que el aura aparece... y el dolor...
Y sabemos que saltó la térmica, que no estábamos preparados para lo que hicimos, que no era el momento...
Pero HABIA que hacerlo, no? era EL momento, no?
De qué? de tirarnos sin red?
No, no somos kamikazes. Tampoco podemos decir que no nos habíamos percatado que el muelle estaba asentado en tierras tambaleantes, porque SÍ lo sabíamos.
Pero era inevitable, no? Tenía que ser en ESE momento, era el adecuado, y además, lo que hicimos es LO CORRECTO, no? Es más, nos va a hacer bien (algún día)
Esa es la relación de la migraña con la fatalidad, con el destino, la inevitabilidad de tomar uno mismo un hacha y clavársela en la cabeza.
Es el destino, lo inevitable.

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