Volviendo de la etapa de migración constante, y esperando entrar pronto en la de hibernación, en la de esperar a que soplen los pamperos para después levantar la cabeza como lemur y ver qué quedó en su lugar.
Con asombro de sorprenderme aún cuando descubro que estoy en la jungla. Parece una estupidez, no? Pero cada tanto, entre medio de tanta y tan diversa fauna, sucede algo que me hace acordar que eso, que casi parece un zoológico, en realidad es una selva salvaje, donde los animales son feroces, donde la paz se compra a precio de dentelladas, de brutales golpizas, aún cuando no se nota nada...
Y eso es lo que más bronca me da, olvidarme de eso, no verlo, peor, mirar cómo tigres y serpientes se ponen de acuerdo para lograr que alguno no vea, o como se me dijo hace 8 años: "a partir de ahora, yo te dejo ver sólo lo que quiero que vos veas", y yo vivía dentro de la jungla... (y sentí tanto miedo...)
Y así, también el jugador de ajedrez está expuesto a que esta fauna decida venderle paz a cambio de hacerle ver sólo lo que ellos quieren que él vea. Y al mismo tiempo, mantenerlo tan ocupado como para que él no decida enviar sus propias águilas.
Lamentablemente, a mí, extraño buzo de apneas, el juego de ver y no ver, desde siempre termina por provocarme migrañas. Me saltan facetas justicieras, que me hacen desear ser bravo león en lugar de dulce y arisco gato doméstico, o hábil zorro en vez de suave y alerta liebre. Y cuando estas contradicciones se me atoran en la garganta como espinas de pez, a veces logro vomitarlas como bolas de pelo, pero a veces pasan de largo, y terminan siendo migrañas, lamentables nauseabundas migrañas.
- Veo veo
- Qué ves?
- Veo un grupo de hienas tratando de amansar a un tigre atado
O como dijera el grande Bowie:
"Take a look at the lawmen beating up the wrong guy, oh man, wonder if he´ll ever know he´s in the best selling show"
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