viernes, 23 de noviembre de 2007

de luces y migrañas...

un rayo, un relámpago, una iluminación, una luz...
andar deslumbrado, iluminado, aluzinando, estar luzido, estar con todas las luces...
sentir que te corre un relámpago desde la punta de los dedos, que ves luces como si estuvieras deslumbrado y si tratas de fijar la vista en ellas se corren de lugar, que te pasa una estrella fugaz, que te juro que en el rabillo del ojo viste un flash de luz...
los migrañosos sabemos que ver cosas que no están no tiene nada que ver con la locura, ni con estar drogado. sabemos que esas luces, reflejos, iluminaciones, relámpagos, sombras o partes oscuras en nuestra visión son parte de nuestra extraña forma de funcionamiento eléctrico cerebral, que vive en eterna tormenta.
dice mi neuróloga que si uno le hace un electroencefalograma a un migrañoso cuando no tiene migraña, no comprende por qué no tiene migraña en ese momento.
sabemos, decía, que esas iluminaciones, ilusiones y alucinaciones, percepciones sin objeto o deformaciones de la percepción, son muchísimas veces el "aura", el "olor a agua" y el viento que precede a las torrenciales tormentas. no sé cómo se ve una aurora boreal, o austral, se me encoje el estómago de ganas de verla en persona alguna vez en la vida. pero imagino que nosotros los migrañosos vivimos situaciones así.
recuerdo poco de la primera vez que tuve una migraña, pero lo que sí me acuerdo bien es el miedo que tuve al aura, el miedo a esa sensación extraña de estar viendo cosas que no había, luces, sombras, dejando de ver partes. recuerdo mucho más eso que el dolor.
ahora, nosotros migrañosos veteranos, convivimos con la aluzinación y la iluminación como si fuera normal ver lo que no está, como si la iluzión fuera la percepción natural.
y no me animo a afirmarlo, pero puedo coincidir en que la mayoría de los migrañosos que he conocido, y me incluyo, son gente brillante, disculpen la redundancia, pero es así, son personas iluminadas, con una visión especial, con una capacidad de ver lo que los demás no ven, con un destello en sus ojos y un reflejo en su mirada que plasman en su hacer, dejando una estela donde estuvo su mano...
maldición, no podía ser de otra manera, la maldición de Casandra: el don de ver el futuro, el don de profetizar, con la maldición de que nadie te crea nunca. sí, la capacidad de ver, de ser un iluminado, un luminoso, un elegido, pero con la marca que te deja en la frente el rayo cuando te ha tocado, con la cicatriz dolorosa que hace que el cerebro se te cuartee como una nuez pulsátil y peor cada vez que la tormenta arrecia, en oleadas y marejadas que hacen la luz insoportable, que hacen que tengas que sumergirte en la mayor oscuridad porque el mínimo reflejo te hace explotar los globos de los ojos y sólo logras mover el cuerpo para vomitar el efecto de la marea, por supuesto con el consecuente tormento de sentir que se te arranca la cabeza mientras tus tripas intentan salir por tu boca, deseando solamente que alguien se apiade y decida extirparte el cerebro o doparte para siempre así no te enteras de más nada...
no sabemos cuanto dura, pero igual que las tormentas, en un momento miramos alrededor, y ya pasó, siempre pasa, en algún momento pasa. y el mar está calmo y el cielo claro y el sol hermoso, limpio, pero sabemos, sabemos que somos de aquella estirpe de los que no podemos mirar directamente al sol, aunque nos gustaba tanto hacerlo, no podemos salir a la calle sin anteojos oscuros en un día luminoso, no importa cuantos años o meses o días haga que no tenemos una migraña. nunca más podremos disfrutar de la luz.
y no podemos disfrutar de la luz porque somos parte de ella, porque somos particularmente sensibles a ella, porque somos particularmente eléctricos, a diferencia del resto de los mortales, nosotros los migrañosos, provocamos nuestros propios rayos, relámpagos, iluminaciones y luces, andamos deslumbrados, iluminados, alucinando, lúcidos, con todas las luces...

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