domingo, 13 de marzo de 2011

cuando no sabes a donde vas, todos los caminos te llevan

Mi socio me dice que le llama la atención la forma en que yo me engancho con los desastres de la naturaleza, dice que hay personas que miran un poco la TV y luego dicen, ah, y pasan a otro tema.
Claro, tembló en Japón, 8.9 en la escala de Richter, con tsunami y riesgo nuclear...
Una de mis hermanas del corazón me cuenta que estuvo charlando con otras amigas y que comentaban que yo soy la persona más bella que han conocido, a lo que contesto que estoy pensando ir al cirujano plástico porque me joden las bolsas en las ojeras, las comisuras de la boca, las arruguitas en el labio.
Y hay más de 100 mil personas desaparecidas en la zona del terremoto...
Mi madre aparece citada en Wikipedia, con lo que para mí significa de grosso, y a ella le cuesta entender que es más importante que si apareciera en la Enciclopedia Británica, aunque claro, yo googlé a mi madre.
Sé lo que se siente estar en un terremoto, y que se caigan las casas, y que no haya luz eléctrica, ni teléfonos, ni agua.
No sé qué va a pasar con mi oficina, o si mi oficina seguirá siendo tan transitoria como los últimos 10 años, y estará conformada con la última tecnología, como ahora, un pen drive de 8 G. y un smartphone.
Y hacía 2 semanas yo le decía a mi socio que nunca había visto un tsunami, porque, claro, cuando lo tenés encima, no se puede filmar. Y ahora lo repiten y lo repiten en la televisión, sin que yo me canse de mirarlo.
Me sigue llamando un tigre viejo, que se resiste a irse de la Jungla, y hace lo que hacen todos, me da información de trapos sucios, viejos y nuevos, como si eso me hiciera acceder al Jugador de Ajedrez, o como si se lo fuera a decir, no sé muy bien por qué lo hacen.
Y los japoneses son tan ordenados que, a 2 días del gran terremoto, están informando los horarios de los transportes que habrá, los plazos en que habrá energía eléctrica, y además, que hay un 70% de probabilidades de que una de las réplicas tenga una magnitud mayor a los 7 grados.
En fin, como decía Silvio Rodríguez, la ciudad se derrumba y yo cantando...

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