sábado, 14 de noviembre de 2009

Querido Pepe

Hace mucho que no te escribo, pero eso no significa que no te tenga conmigo todo el tiempo. Ya en otra ocasión te decía que muchas de las cosas que me pregunto debería preguntártelas a vos, y lo hago, y pienso en qué me responderías.
Lo que quería contarte ahora es algo lindo que me pasó y que tiene que ver con vos. Ya sabés que me ha costado mucho tu ausencia, pero particularmente porque nunca tuve a alguien con quien hablar, que pudiera: 1. contenerme, 2. darme los consejos adecuados para determinados problemas, 3. hacerme sentir que no importaba cuánto yo me equivocara, me iba a seguir queriendo, 4. me contara mis raíces y mi pasado.
Ves? si uno lo piensa así, vos fuiste mi padre. Ya, aún con vos presente, he dicho que vos fuiste mi padre sustituto, igual que el de muchos, muchos de los que tuvieron la suerte de estar afectivamente cerca tuyo.
Y eso precisamente es lo que me di cuenta el otro día, que yo me he pasado la vida depositando el papel de mi padre en diferentes personas, personas que por supuesto que no se hacen cargo del rol en que yo los quiero poner, pero vos sí, vos no sólamente lo aceptaste, sino que lo desempeñaste. Mirá, la última vez que te levantaste de la cama, fue cuando fuimos a comer en tu casa porque era el Día del Padre...
Entonces llegué a pensar que es una suerte que te haya conocido, que haya estado cerca tuyo, incluso cuando las cosas se pusieron feas. Que más que lamentar que no te tenga cerca, tengo que estar agradecida de haber tenido en la vida a una persona que cumpliera ese papel para mí, que es por eso que me cuesta tanto que te hayas ido, pero que menos mal que te tuve, que hablamos, que nos abrazamos, que lloramos juntos, o uno por vez, que nos quisimos.
Así que Pepe, donde quiera que estés, GRACIAS, y te sigo queriendo tantísimo.

No hay comentarios: