Bueno, quizá sea una fortuna ser de un signo de tierra, porque cuando me surgen las preguntas filosófico-existenciales, inmediatamente las traslado a la realidad cotidiana.
Entonces, cuando me pregunto sobre el sentido de mi vida, rápidamente paso a cuestionar el sentido de mi tarea cotidiana.
Y cuando tengo miedo, no lo dejo en abstracto, y paso por los diferentes miedos: a las serpientes, a la falta de respaldo, a los "efectos colaterales" que yo puedo provocar indirecta e indeseablemente en mis "pollos", .... sigo?
Y ahí pego la vuelta, porque si una de las cosas que da sentido a mi vida es el trabajo, darme cuenta que las cosas que hago, pensando con certeza que son buenas, para bien, para el bien de todos, resulta que ponen en riesgo a los que participan - también a mí - entonces parece que no son buenas, y que mejor sería no hacerlas.
Y entonces termino la vuelta entera, y mi vida vuelve a quedarse sin sentido.
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