domingo, 9 de febrero de 2014

El Verano en que desperté I

Uno nunca sabe qué día marcará un "antes y después" en la vida.
A veces, tiene que ver con golpes de volante que uno decide, pero a veces los cambios sólo se te vienen encima y a uno no le queda más que adaptarse.
Para el 20 de enero me encontraba adecuandome a los cambios que yo había buscado. Para el 26, los cambios se derramaron sobre mí.
Y a mantener la cabeza en su lugar y los pies bien plantados, y a tratar de pensar en lo que ni se me había ocurrido en 20 años. Y a empezar a hacer planes en un camino que nunca imagine, y sobre todo, a encontrarme en este nuevo espejo.
Está bien, esto es lo que hay, es la verdad y la realidad, y la abrazo y le doy la bienvenida, sin pensar ni un momento que hubiera preferido no enterarme. Tendré la fuerza que tengo que tener. Y en dos semanas o dos meses o dos años me alegraré de que todo esto haya ocurrido.
Por ahora, llego a estas dos semanas pasando diferentes estados de ánimo, pero no hay dolor, es curioso pero no hay dolor. Hay otros sentimientos pero no dolor.
Ya pasé por comer solo porque sé que tengo que comer, y por tanto, bajar 2 kgs. Ya rompí la dieta sin tener ganas de hacerlo.
Ya pensé en forma impulsiva y ya racionalicé al extremo.
Hoy, aquí y ahora, decido no romper más la dieta, ir para adelante y no retroceder ni para tomar impulso.
Decido que si esta es la nueva realidad, la quiero total, completa, no quiero medias tintas ni mitad de camino.
Y sin una pizca de duda, no quiero en mi vida nada que me haga daño, nada.
Sólo por hoy, y hoy eso es de lo que estoy segura.

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