sábado, 4 de septiembre de 2010

Viviendo de nuevo en la Jungla

Es curioso. Es interesante. Es casi hasta divertido.
Algunas fieras se extrañan aún de verme caminando entre ellas. Otras se alegran. Algunas más me hacen sentir que nunca me fui, que soy parte de la fauna de la Selva.
Los años transcurridos - para mí y para mi existencia en la Jungla - hacen que pueda divertirme de algunos felinos que, casi al pasar, disimuladamente, me muestran un colmillo, o que algunas alimañas retrocedan unos pasitos sólo para luego levantar sus aguijones.
Esos mismos años hacen que yo pueda decir públicamente lo que ellos no pueden, y que esto resulte en su beneficio.
Y esos mismísimos años hacen que algunos puedan reconocer que estamos - ambas partes - donde estamos, debido a un impulso inicial producto de algún delirio mío, que alguien permitió que se vuelva todo verdad, ya fuera El Viejo Sabio o El Jugador de Ajedrez.
No me importa en absoluto que ahora esos delirios que ya son reales se encuentren ubicados en la cabeza de algún osezno devenido en adulto líder de su manada, o en un pichón de puma activo como corresponde a su edad, o acaso en una pareja formada por un ciervo y una gaviota.
Me importa, y me encanta, que la Selva me ha permitido darme cuenta que todo puede llegar a ser real, que es todo verdad, a pesar de todas las mentiras.
Y ahora, [suspiro mediante] ahora está pronta a comenzar la etapa en que el exterior, sumado al ritmo propio de la Jungla, permite la Temporada de Caza, y se elige quién se queda a refugio de bosques y lagos, y quién debe ser presa del mundo exterior. Ah! Temporada Alta en la Jungla, justo ahora, cuando empiezo de nuevo a sentirme en casa.

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