martes, 30 de noviembre de 2010

La Estadía en La Jungla Pampeana

Pues sí, tal como lo pensaba, La Jungla repite la metáfora del mar: "lo que es del mar, el mar lo traga, lo que no, el mar lo escupe".
Y resultó que generamos clima, y que en el clima hablamos y nos hablaron, Y me contaron que había un preconcepto generalizado de que éste bigotón pequeño tenía una posición "anti-Jungla", y que por suerte se pudo revertir, sin que yo hiciera nada, sólo siendo, sólo estando, sólo compartiendo.
Y resultó que nos abrieron las puertas, las de madera, las de hierro y las del corazón, y pudimos hacer más de lo que preveíamos, y recibimos la ayuda de todos, de los cachorros de tigre, de los viejos jabalíes, de las jóvenes cervatillas, y aún de aquéllos que sólo nos habían visto caminar por el borde de La Jungla.
Y resultó que el último día sentí que era de casa, que podía quedarme a vivir en esta Jungla, que caminaba como si siempre hubiera vivido acá y como si mañana fuera a amanecer acá de nuevo, compartiendo con pichones de puma y con viejos buhos.
Es una sensación incomparable, estar tan lejos de casa y al mismo tiempo, sentirse en casa. Sobre todo si en la de acá uno lleva sólo unos días estando.
Siempre, pasan los años, y yo sigo agradeciendo a los moradores de La Jungla que me sigan dando el lugar de "hija adoptiva", esta vez, precisamente en el sitio geográfico en que se me dijo eso por primera vez y en público.
Estoy contenta.

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