Y sí, uno los conoce cachorritos. Crecen, suben las montañas, algunos se van...
En ocasiones resulta que un gesto en un momento cualquiera, sin intención, produce que ese poblador de La Jungla sienta algún tipo de aprecio por uno, por el tiempo transcurrido, por lo que tocó pasar juntos, porque vio la forma en que uno camina.
Y sí, ese que una vez era un oso viejo y golpeado, con un cierto dejo de ferocidad en su gesto temeroso, ahora está en donde puede ver el panorama y tomar decisiones. Ahora no parece viejo ni golpeado. Vuelve a ser ese oso fiero que se divisaba que en el fondo era.
Y aún cuando en su momento - por un asunto pequeño, en realidad - cruzamos garras con rasguños, hoy podemos incluso divertirnos juntos, reír y estar de acuerdo en algunas cosas, en otras no.
También el tiempo pasado sirve para saber que en La Jungla un felino pequeño es sólo un invitado, aún cuando sea bienvenido, aún cuando las fieras le digan que también forma parte de ellos, y por eso podemos relacionarnos con el Oso correctamente, y permitirle a él que tome las decisiones, y agradecer por supuesto que volveremos a tener alas, de acero, pero alas.
Y nuevamente nos encontramos contactando a fieras lejanas, desconocidas, dudando en la comunicación entre el Vos y el Usted, hasta que lleguemos allá y podamos comenzar nuevamente a hacer cosas juntos, con el tipo de poblador de La Jungla que toque esta vez, conoceremos nuevos cachorros, atravesaremos situaciones, y nuevamente los veremos crecer, desplegar sus plumajes o sus pieles, peludas, lisas, frescas o cálidas, escamosas o pegajosas.
Veremos, cuando lleguemos allá.
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