Y sí, me amanece el primer dia de primavera desde la cama de un hospital.
El invierno se despide de a poco, igual que el dolor, que al fin está cediendo, lo que probablemente permitirá irme a casa hoy.
Aclaremos, debo recordar que el dolor no se terminó de ir, sino que la medicación resultó eficiente.
Decía ayer mi socio que un doliente crónico está acostumbrado a que su vida transcurre entre "duele - no duele".
No es así, aunque uno esté acostumbrado al dolor, cuando arrecia como tormenta marina, sólo te queda replegarte para adentro, quieta, deseando que alguno de los pequeños movimientos que alcanzas a manotear sirva para que alguien haga algo y el dolor se vaya.
Dejas de saber qué día es, qué hora es, y sólo importa poder cancelar los compromisos pendientes.
Y realmente no importa el precio, si es internación, suero dañando tus venas, o estar embriagado de medicación. Lo que importa es poder abrir los ojos y que sea esta vez el dolor el que se va replegando, retirandose con la marea que baja, permitiendo que uno pueda ver el amanecer y notar que no llueve y que empieza la primavera.
viernes, 21 de septiembre de 2012
Empieza la Primavera
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