Sí, por la mesopotamia, donde habitualmente es un horno, comenzamos con abrigo tipo invierno, para pasar después a los 27 grados, como corresponde al lugar.
Ahí, no sólo corren vientos (Vientos de Cambio), corren rumores, algunos verdaderos, otros... ya sabremos.
Ahí nos recibió un Puma Anfetamínico, que tiene la facilidad de esconderse detrás de su palabrerío, y por tanto, presenta la dificultad de escuchar que no necesita estar a la defensiva, que no estamos ahí para revisar lo que sucede en su territorio, lo que las fieras enjauladas gritan, rompen o dañan (incluídas a sí mismas).
Finalmente nos escuchó, nos dejó caminar entre la vegetación de concreto, nos permitió reunirnos con nuestros queridos yaguaretés, tucanes, culebras y ciervos, incluso nos acompañó una noche para ver de qué se trata lo que se trata.
Hablamos, escuchamos, lloramos, sentimos, estuvimos mente, corazón y acciones completamente aunados, compartimos dolores e impotencias, nos enojamos con esos blancos que se encubren de fieras para vivir dentro de la Jungla, pero que en verdad ejercen un egoísmo con matrícula, que son capaces de dejar morir a una joven fiera, sólo porque le toca vivir ahí.
También reimos, nos abrazamos llorando y riendo, bailamos y disfrutamos de sentirnos en casa, como antes, como siempre.
Queridas fieras nordestinas, es tanto el amor, el orgullo y el respeto que nos profesamos mutuamente, que darían ganas de quedarse ahí....
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