OK, cada vez que aparece, que comienza un aura, lo primero que siento es odio. No a la migraña, a mí misma, a mi cuerpo, que siento que me traiciona.
Después me doy cuenta que era lógico que aparezca, que todo llevaba a ella.
Cuando lo pienso más detenidamente, vuelvo a la misma conclusión, mis migrañas son la llave de seguridad que salta cuando la tensión es demasiada. Lo que pasa es que generalmente no me doy cuenta de que es demasiada hasta que aparecen.
Y casi siempre siguen a esas temporadas de "yo puedo", "yo puedo", "yo puedo".
Y justo vienen a decirme que no, que no puedo, que no puedo más.
Y es precisamente por eso que lo que siento cuando empiezan es impotencia.
Siempre tan obvio que cuesta verlo, no?
lunes, 14 de abril de 2014
Mi vieja amiga, la migraña
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