sábado, 19 de diciembre de 2009
De Estigmas y Desilusiones
Postal Urbana
martes, 15 de diciembre de 2009
Sueño
domingo, 13 de diciembre de 2009
La Abuela Angela
miércoles, 9 de diciembre de 2009
Lo que Hay que Hacer
lunes, 7 de diciembre de 2009
martes, 1 de diciembre de 2009
José Emilio Pacheco
jueves, 19 de noviembre de 2009
Carteles
domingo, 15 de noviembre de 2009
Carta de nuestro Médico
Las personas que momentáneamente ocupan el rol de pacientes en mi consultorio son, obviamente, todas distintas. Por eso, también obviamente, algunas de ellas me atrapan, otras no. Algunas personas me hacen reír y otras me irritan un poco, debo decir. Con muchos pacientes aprendo cosas médicas porque me motivan a actualizarme para dar una mejor respuesta. Con otros aprendo cuestiones que superan largamente los contenidos de un libro de medicina. Estos encuentros los disfruto enormemente porque ese día me voy a casa sabiendo un poquito más sobre arte, o sobre castellano antiguo, o sobre el trabajo en los penales federales. Finalmente, unas pocas personas en el rol de pacientes me han enseñado cuestiones que me cambiaron como médico y también como persona. Dora es una de esas pacientes.
Cuando me adoptó como médico y yo a ella como paciente, nos veíamos en un consultorio que ya no atiendo en la calle Apolinario Figueroa. Dora venía con su paso lento pero firme y sus bolsas de estudios de distintas épocas, a verme en ese consultorio chiquito y oscuro, frio en invierno e insoportablemente caluroso en verano-¿te acordás Dora?-donde para que un paciente se sienta cómodo y con ganas de volver, definitivamente tenía que haber enganchado lo suficiente con su médico.
Por esa época, no es que Dora fuera de esas personas que consultan muy seguido. Más bien venía con una listita breve anotada en algún papel que sacaba de la cartera y evacuaba sus dudas prolijamente para después decir chau y gracias. Esto hacía que nos llevásemos naturalmente bien ya que venía cuando le tocaba y se iba cuando le tocaba con la misma sonrisa. Siempre entendía que hay respuestas que no le podía dar, pero que hacía lo posible por resolver los problemas que se presentaban. En el medio vino Andrea y después Carlos. En realidad no me acuerdo si Andrea llego antes o después que Dora, pero el caso es la familia se iba convirtiendo de boca en boca en víctima del Dr Kremer. Después Carlos evidentemente recapacitó y se dio cuenta que podía pasar muchos meses sin verme y sin que le duela nada (cosa que si tenía oportunidad de acercarme hoy no iba a dejar de reclamar). Pero volvamos a Dora.
Una tarde de octubre Andrea me llamó para contarme que después de una noche entera intentando lidiar en casa un dolor de panza que no se iba, las cosas se habían puesto feas y el camino llegaba hasta la guardia del Otamendi, para continuar en la hemodinamia y sin escalas a la unidad coronaria en coma farmacológico. Me acuerdo que mi sensación en ese momento fue la que a veces me invade en esos momentos. “pero por qué no me llamaron a la noche?” “con tantos pacientes que me llaman por temas sin gravedad todos los días..”. La respuesta de Andrea era la que mejor describía a Dora en ese momento, al igual que ahora “no quiso molestar” “yo también me enteré recién a la mañana.” Dora nunca quiere molestar. Ahora que la conozco mejor entiendo cuanto le molesta la sola idea de molestar, en parte porque se molesta ella misma si no puede sola con algo. Dora es realmente una mujer que puede con, casi, todo. Me enteré que siempre fue así, brillante profesionalmente donde le tocó estar, presente en la familia y autosuficiente para resolver todo obstáculo que se interpusiera en su camino. Claro que esta vez la batalla venía muy pesada.
Pasaron los días y las noches con Andrea acampando al costado de la cama y saliendo de la habitación para tres cosas principalmente: fumar un cigarrillo, recorrer los partes médicos conmigo en el pasillo, y recordarle a funcionarios de la obra social algunas cuestiones relacionadas con los derechos de las personas y la justicia. Estas últimas conversaciones entre Andrea y los auditores de la obra social eran tan penosas como dignas de presenciar, créanme.
Pasaron días, semanas, meses. Como pasa siempre, sobrevinieron complicaciones propias de estar tanto tiempo internado y tanto tiempo en contacto con el sistema de atención medica. Reinternaciones, cambios en los diagnósticos, altas, rehabilitación, incertidumbre, y sensaciones mezcladas entre la impotencia de entender que falta tanto y la alegría incomparable de lograr algo tan simple como emitir un sonido desde la propia voz, mover un dedo de ese bendito pie, sentarse en la cama, comer por si sola y otras cuestiones que damos por ciertas y por aseguradas sin siquiera pensar que un día quizás no estén y debamos reconquistarlas, como hizo Dora.
Cuando les contaba que Dora es una de esas personas que me cambiaron más allá de lo médico, me refería en parte a esto último. Imaginen pasar en cuestión de minutos desde un estado en el cual nada les resulta demasiado difícil a otro en el que el cuerpo no responde hasta en el más pequeño de sus músculos, incluidas las cuerdas vocales. Imposible imaginar fehacientemente lo que se siente. Solo Dora lo sabe. Lo que si pude saber yo como personaje secundario en esta historia son un par de cosas: que no hay apuestas perdidas de entrada por más que las posibilidades sean ínfimas. Que desde ahí donde queda un resquicio de fuerza se puede cultivar toda una recuperación si no se bajan los brazos. Que el apoyo de los seres queridos juega un rol crítico (esto ya lo sabemos todos) pero que ese apoyo necesita apoyo. Que el amor de una hija puede llevarse por delante infartos, clínicas de rehabilitación, auditores de obras sociales y hasta el amor propio cuando se juega un partido tan difícil día tras día.
Dora querida, espero no estés enojada por mi ausencia de hoy, que realmente no pude evitar. Para mi sos un ejemplo de fuerza y de apego por la vida. Un poco cabeza dura en esto de poder resolver todo por vos misma, es cierto, pero una prueba viviente de que vale la pena dar pelea, y que esa pelea no se define en cuestiones enormes, sino en ínfimas batallas que se presentan todo el tiempo. Pasado el tiempo, tienden a quedar en la memoria los grandes hitos de tu recuperación, como el día en el que te liberaste del respirador, pero probablemente fueron días como ese en el que pudiste tomar un lápiz por primera vez en meses para poder escribir otra vez tu nombre, los días que hicieron que hoy estés festejando con algunos de tus seres queridos. Digo algunos porque otros no estamos, pero te acompañamos hoy como cualquiera de esos días y vamos a estar ahí para vos. Eso sí, tenes que acordarte de llamarnos a tiempo, obviamente.
Con muchísimo cariño. Tu médico, Pedro.
sábado, 14 de noviembre de 2009
Querido Pepe
domingo, 8 de noviembre de 2009
Festejando
lunes, 19 de octubre de 2009
Carta de mi hermana a mi padre
Hace mucho que no te escribo. No creas, no es que no quiera seguir comunicándome contigo. Pero me resulta difícil decirte lo mucho que me haces falta. A veces todavía me falta tu llamada diaria para preguntarme cómo estoy, qué hice el día de hoy, qué estoy leyendo o si fui al cine. Todavía... sí, todavía. Hace 10 años que te fuiste... que te terminaste de ir, en realidad. Pero todavía extraño ir contigo a la librería (al Ágora o a Gandhi), al cine (como cuando fuimos a ver "Las amargas lágrimas de Petra von Kant"), o ir a escucharte tocar jazz con el cuarteto.
Pero de eso sí hace más tiempo, mucho más tiempo. Ya hacía mucho que no tocabas música... tanto que te gustaba. El otro día escuché por la radio una versión de "St. James Infirmary" y no pude evitar cantar lo poco de la letra que aprendí. Pero también estás en la música clásica, tú con tus preguntas acerca del instrumento solista o tipo de ensemble, autor o por lo menos estilo del mismo.
Y hoy ya no te puedo contar lo que estoy haciendo, los libros que he leído últimamente (y no, no leo José Ingenieros). Tampoco te puedo decir cuánta falta me haces todos los días, cuánto extraño poder platicar contigo de tantas cosas, cuánto extraño mirar tus ojos saltarines y verdes mirándome mientras te miro. Tu sonrisa ya no la puedo ver... o quizá sólo en mi memoria.
Espero que estés bien, en donde sea que estés.
Ose shalom bimromav hu yaʻase shalom ʻalenu veʻal kol yisrael, veʼimru amen!
Tu hija Anny
p.d.: me olvidé decirte algo, pero igual lo has de saber: hace un año (casi exacto) que mamá tuvo un infarto pero está bien, se recuperó y va a festejar sus 80 pronto.
viernes, 9 de octubre de 2009
Sonido
lunes, 28 de septiembre de 2009
Ultimo Día (un tropezón sí es caída)
domingo, 27 de septiembre de 2009
Domingo helado
sábado, 26 de septiembre de 2009
Anduvimos de históricos
Despertamos temprano pero tranquilos, sólo temprano como para no quedarnos sin desayunar, lo que hicimos apaciblemente sentados en el porche, que ya es una institución, y nos encantaría hacerlo todos los días en casa.
Bueno, despues de carcomernos de envidia bastante, y de tomar 4 mil fotos, nos volvimos silbando bajito, derechito hasta el puerto de Colón, a tomar un café (mi socio) una cerveza (myself), un tostadito en pan artesanal (mi socio) y chipacitos (myself).
Después no sé si nos olvidamos que era sábado o qué, pero quisimos hacer lavar el auto. JA JA JA. A ver porteños, dónde creen que están? Así que de vuelta a Alcatraz, luego de haber averiguado dónde cenaremos pescado hoy, lavamos un poquito de ropa (sólo porque mi socio decía que yo había comprado el jabón en un arrebato de buenas intenciones), y necia ella de entendederas, y como no queremos que el nene que cumplió años (60 mil), digamos kms. llegue al día del Perdón sucio, pues me puse a lavarlo, contra opinión de mi socio, santo varón, que terminó ayudándome.
Y acá estamos, hemos decidido que no vamos nada al templo mañana, que nos vamos a las termas, que ahí se descansa super y puedo también avanzar con la lectura de la tesis de Pablito - entre zambullida y zambullida - y que efectivamente, como la cuenta nos da a nuestro favor, y Dios nos sale debiendo, como corresponde a buenos judíos que somos, lo perdonamos.
viernes, 25 de septiembre de 2009
Concordia o Discordia
jueves, 24 de septiembre de 2009
Casi casi Greenpeace o mejor dicho Green Peace
miércoles, 23 de septiembre de 2009
Miércoles Termales
Nos perdimos un poquito (no mucho, en serio), y llegamos a las termas. Es necesario aclarar que ninguno de los dos había estado nunca en una terma, así que llegamos al puesto de entrada preguntando hasta: "y acá qué se hace?".
Una de las piletas está maravillosamente techada, alquilamos reposeras y una mesa, nos informaron que si bien está prohibido tomar mate en las zonas de piletas, dada la poca concurrencia y el mucho frío exterior seguramente nadie nos diría nada.
Así que entramos con cara de pueblerinos, nos instalamos, nos quedamos en traje de baño, y siguiendo las instrucciones, nos dimos una ducha antes de entrar a la pileta.
Hasta ahí, nada parecía ni especial ni maravilloso, hasta el momento en que comenzamos a bajar la resbalosa escalerita hacia un agua espectacularmente calentita (37°C).
Sin exagerar, afirmo que ahí el día cambió para mi socio. Lo que parecía que iba a ser una tortura resultó un placer espléndido. Cumpliendo las indicaciones (hoy estuvimos muy obedientes, parece), a los 15 o 20 minutos, salimos del agua, nos sentamos, y así, alternando agua con sillas y mate, ah, y salidas al frío a fumar, pasamos desde las 11 aprox. hasta las 17 aprox. en el lugar más cálido de la ciudad de Colón.
Mi socio leía su novela, yo continuaba con la revisión de la Tesis de Pablito, y cada tanto, zaz! al agua pato!
En un momento vimos todos (las 6 personas que habíamos allí, incluido el bañero - guardavida dice mi socio, que hay que ahogarse en una terma!!), que entraba un micro lleno de chicos. El bañero-guardavida se nos acerca y dice "se terminó la paz". Efectivamente, entraron como 30 chicos, varones y nenas, que a los gritos y empujones - como corresponde que para eso uno es chico - llegaron, se cambiaron, se metieron al agua, gritaron todo el tiempo, TODO EL TIEMPO, hasta que no sabemos qué sucedió, alguien dijo "chicos, vamos", y tras pasar hooooraaaas en los baños, se fueron. Y como los animales del zoo cuando se va el público, respiramos profundo y no nos fuimos a Madagascar, sino que volvimos al agua (susurrando "quiero mover el bote" nótese el nivel de la bibliografía).
martes, 22 de septiembre de 2009
Martes de Colonias y Lluvia
lunes, 21 de septiembre de 2009
Día Hedonista 1 (city tour)
De ahí, cruzando el parque en el que se estaban concentrando TODOS los jóvenes de la ciudad, con intenciones alcohólicas evidentes, nos encontramos con un sitio frente al río, donde tomar unos matienzos, y un poco de sol, que con nuestro color verde pálido amenazó con convertirnos en langostas, así que luego de ello, nos volvimos a Alcatraz a iniciar la cacería de las moscas y planear la ruta del día de mañana a las Colonias Judías. (cabe destacar que en la Oficina de Turismo nos enseñaron que "judío" no es una mala palabra, más allá de que el único judío que hay en Colón, aparentemente nació católico, se volvió evangélico y luego se convirtió al judaísmo, y para colmo es uruguayo)