Con esa mentalidad he tomado muchas decisiones en mi vida: qué es lo que yo quiero, yo, yo y lo que tengo puesto, no lo que pensarían los demás, no lo que tengo que hacer, no lo que corresponde. Solamente qué siento yo, yo y lo que tengo puesto.
Así he llegado a cambios importantes, a golpes de volante que eran necesarios en mi vida, o que resultaron siéndolo.
Ahora, como no logro sentirme, como me había puesto tantas capas de concreto encima para no sentir, precisamente, como fui confundiéndome de tanto esconderme, he llegado ahora a necesitar desnudarme, sacarme de encima todo, todo. Toda la ropa, las cadenitas, collar y pulseras, los aros, el maquillaje. Si pudiera, me sacaría la piel.
Tengo nostalgia de mar, añoranza salvaje de mar. Siento que si estuviera frente a El, su olor y su aliento me ayudarían para lo que estoy necesitando.
Siento necesidad de viento en mí. De viento fuerte, frío o caliente, pero de esos vientos que muestran la fuerza de la naturaleza.
Quiero sacar de mi camino todo lo que pienso y siento. Quiero volver a reunirme conmigo. Quiero limpiarme. Quiero volver al sentir primario, quiero saber desde las tripas qué es lo que quiero.
Quiero saber qué es lo que quiero...
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