Una crisis vocacional es lo que sucede cuando estás a punto de cumplir 50 años y de pronto te das cuenta que eso en lo que venís trabajando desde hace casi 30 años ya no te interesa; sí, que estuvo bueno lo que hiciste, pero no entendés cómo podía importarte tanto; sí, que en ese terreno hoy sos "Fulana de Tal", y te conocen hasta las piedras, aún los que no te quieren, y a vos no te interesa volver pero ni a visitar a la gente a quien querés; sí, que fue todo un viaje, un viaje intenso, a veces difícil, dificilísimo, y entonces valía la pena la pelea, a cambio de la satisfacción de los logros, a veces divertido, entretenido y seductor, pero que ahora te parece que de algún lugar conocés a esa persona que fue protagonista de esos viajes.
Una crisis vocacional es lo que sucede cuando, después de pensar que era tu naturaleza domesticar tigres y encantar serpientes, al grado que estuviste a punto de tatuarte a cada uno en cada muñeca - el tigre en la izquierda, por supuesto - de golpe ves La Jungla como algo tan ajeno, tan lejano, como si hiciera más de 15 años que no la visitás.
En fin, una crisis vocacional es lo que sucede cuando sabés que tenés que volver a ir a trabajar, pero no sabés a qué querés dedicarte, como si recién estuvieras por ingresar a la Universidad, y no después de hiperespecializarte al grado que resulta difícil reubicarte en tu oficina.
En fin. Eso es lo que debe pasar cuando uno cumple 50 años... uno debería jubilarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario