Otro avión, otro ómnibus, otro vehículo oficial que nos va a buscar o nos lleva a/o desde el aeropuerto, terminal, lo que esta vez toque.
No distingo una habitación de un hotel o de otro, ni aún del mismo en cada ocasión. No recuerdo cuuándo fue que se canceló un vuelo y nos mandaron de vuelta al lugar de donde veníamos, o, como diferencia interesante, a un hotel espléndido, por unas horas y un plato de comida.
Se me mezclan caras, situaciones, comentarios e historias que nos han contado, anécdotas de los críos de cada habitante de La Jungla que nos ha recibido, atendido, mimando, y ayudado a sentirnos en y de casa, lo que no es menor si en algo como dos meses pasás en tu casa algo como una semana.
Confundo lo que dije en un lugar y en otro, y hasta cuando quiero decir Güemes, digo La Pampa. No sé cuál de los grupos de cursantes conocen ya cada teoría, cada anécdota, si ya lo dije 3 veces, pero fue en otra geografía.
Creo que Augé llama a esto "sobremodernidad", a estar permanentemente en tiempo presente en muy diversos espacios; quizá se refiera a otra cosa, porque cuando el lugar donde uno está parado / sentado / comiendo / durmiendo, cambia continuamente, lo que realmente se pierde primero es la noción del tiempo, y ahi sí que no sabes si hace 2 meses, 2 semanas o 2 años que estás viajando...
Hoy, aquí y ahora, amanece en la ruta una vez más.
Y como me dijo un domesticado y cariñoso puma, quizá lo que necesito par despertarme temprano bien y de buen humor, es dormir siempre en un ómnibus.
Ah, también pasé frío en la Jungla mesopotámica que habitualmente es un horno, y me contaron allá que cuando el viento sopla fuerte en serio, vuelan las víboras, coo en un cuento de García Márquez...
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