Aunque lo de explicación es medio raro, este es uno de los lugares donde uno busca y busca una cierta lógica, ya no digo que le busca lógica, sólo cierta lógica, y no, no la tiene.
Sabiendo esto, y habiendo pasado por varias tormentas en La Jungla, estando listas para el Año del Gato que comenzó en febrero, y que para mí, Gato de Agua, suele representar cambios, buenos y malos, pero cambios, y eso para un Tauro no es bueno en realidad.
Así, digo, preparadas para sacar la tabla de surf y correr a sumergirse en el Tsunami, hemos arrancado el paseo por La Jungla, por varias partes de ella.
Muchos de los animales domésticos con los que me toca actualmente compartir espacios se encuentran paralizados, sin saber a dónde se dirigen, sin animarse a entrar a La Jungla, esperando que el Jugador de Ajedrez les de alguna indicación, misma que no pinta que vaya a aparecer.
Otros, como nosotras, seguimos caminando entre La Jungla, quizá también por demostrar que podemos, o por divertirnos con el efecto que produce.
Y así nos encontramos con elegantes pumas, profundamente ofendidos por lo grosero que se comportan cerdos y jabalíes; con torpes perros cimarrones que intentan disimular su condición, enmascarándola en elogios y frases amables; con pequeñas y orgullosas aves de pelea; y en fin, con nuestros queridos cervatillos, cálidos y dulces, con nuestros cachorros de felino que disfruta de la textura del pelaje, con nuestras águilas, tratando todos de hacer como si no pasara nada, y mientras, manteniendo su espacio prolijo, limpio, seguro, a prueba de atropellos provocados por chanchos, por iguanas y otras alimañas.
Entramos a y salimos de La Jungla, nos pasamos días enteros, disfrutamos cada paso. Tratamos de acariciar a aquéllas fieras, grandes y pequeñas, a quienes queremos y de quienes sabemos nos aprecian.
Tratamos con pequeños mamíferos y con serpientes de amplio cuello.
Y terminamos las semanas contentas, satisfechas, ronroneando.
Porque a pesar del Tsunami, a pesar de estar paradas en una tabla de surf en el tsunami, parece que a diferencia de los otros animales domésticos, La Jungla nos recibe con los brazos abiertos. Y nosotros entramos a disfrutar de las bienvenidas.
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