domingo, 29 de abril de 2012

De vuelta en La Jungla

De vuelta en la Jungla.
Mucho, todo, todo a la vez.
Cosas para alegrarse, cosas para indignarse, cosas para volver a tener ganas y volver a tener esperanza.
De alguna manera, finalmente MI amigo el Gran Cerdo se terminó de ir.
Los vientos que soplan ponen algo nerviosos a los Tigres y Serpientes más maduros, mientras que los pequeños felinos, castores, ciervos, águilas y demás habitantes estables de la Jungla siguen en su esfuerzo cotidiano, no sólo para esquivar los Vientos Grandes, que no son de su incumbencia, sino también para seguir construyendo sus diques y sus nidos, y continuar con la vida diaria, con el mismo entusiasmo y las mismas ganas de siempre, a pesar de algunos magullones que ligan cada tanto, producto de algún ataque de nervios de las grandes bestias.
A mí, los nervios también me alcanzan, también me preocupan los Tigres y las Serpientes, pero me descubro feliz y ronroneando rodeada de las fieras pequeñas, amigas fieles y de vocación inacabable.
Volvimos, una vez más. Y disfruto de estar, de ayudar, de escuchar, de hacer junto con...
Volvimos aún cuando no ha terminado el carnaval.
Como muestra...., un botón:

domingo, 22 de abril de 2012

Finalmente

Van ahora las prometidas fotos del paseo por la ciudad....


domingo, 8 de abril de 2012

Un Tornado arrasó mi ciudad...


Sí, así decía Luca (y mi jardín primitivo)...
Impresiona, la fuerza de la naturaleza, los árboles arrancados de raíz rompiendo las veredas; los carteles de los negocios sostenidos en los cables de electricidad, que por supuesto terminan por caer, a veces con todo y postes; las enormes zonas donde no hay energía eléctrica...
Como por ejemplo en casa de los Tíos, justo en la noche del Seder de Pesaj.
Viajar con mi Socio, mirando los daños, esta vez no por TV, y llegar a la auténtica "boca de lobo", que dura cuadras y cuadras, y en la esquina que hay que doblar hay una cinta de seguridad cerrando la calle - oscurísima - donde se alcanzan a ver muchos árboles caídos, con sus troncos cruzados de vereda a vereda. Y avanzar buscando donde doblar, y seguir en la oscuridad más profunda. Y lograr acercarnos a la casa pensando que se habría cancelado todo, que cambiaron el lugar de la celebración y no nos avisaron.
Y llegar y ver la casa iluminada. Sólo esa casa. En cuadras a la redonda, sólo esa casa.
Y estacionar el auto y escuchar el ruido de un motor.
Y bajarse y escuchar al vecino de enfrente diciendo "podrían pasar un poco de luz para acá, no?"
Y enterarnos que, simplemente, compraron un generador a nafta. (El que tiene plata hace lo que quiere, no?)
Pero, a pesar del festejo, la comida, los chicos haciendo ruido, jugando y gritando; a pesar de hacer el Seder y comer festejando que somos libres y recordándole a los pequeños que algún día ellos guiarán el Seder en sus casas, a pesar de todo eso está la cara de La Tía, y su comentario bien de idishe mame: "No dejen de comer el caldo que tuvimos que hacerlo con agua del botellón porque no teníamos agua".
Por supuesto que tomamos el caldo con las bolas de matze, y todo lo demás, el guefilte fish, el charcoye, todo, hasta el famoso ya flan de café que yo preparo, y que por primera vez ví que se terminara en la misma noche.
Pero al día siguiente, coincidimos mi Socio y yo en que lo único que tenía viso de realidad era la cara de La Tía, y eso era lo que nos dio a ambos la sensación de los músicos tocando mientras el Titanic se hunde.....

martes, 3 de abril de 2012

Pesaj, la fiesta de la Libertad

Hay miles de formas de ser esclavo, pero no hay tantas ocasiones en que uno no es libre.
Pienso que todos, en algún momento u otro, hemos dejado de ser libres. Pienso que esto tiene que ver con esas situaciones en que uno realmente no tiene manera de dejar de estar en el lugar/situación de la que quisiera salir inmediatamente, pero imposible, me refiero imposible salir.
Por suerte (?) he tenido pocas temporadas en las que he dejado de ser libre, algunas duraron más, otras menos, pero ahora, pasado cierto tiempo, creo que todas me dejaron alguna enseñanza.
Aprendí, primero que nada, que desde la primera vez que uno dice "no puedo más", puede pasar mucho tiempo, y uno puede siempre más, aunque no lo crea.
Aprendí, como dice Calamaro, que "lo que quise olvidar es lo que voy a recordar", y en muchas ocasiones recordar con cariño y aún con nostalgia.
Aprendí que el refrán "en la cama y en la cárcel se conocen los amigos" es tan cierto..., incluyendo aquellos amigos que están con uno aunque estén muy lejos.
Aprendí que las cicatrices son bellas, que son la muestra tangible de que cualquier herida sana.
Y aprendí que no ha nacido la vaca que de la leche para alimentar al bebé que algún día sea capaz de detener el tiempo, y por lo tanto, siempre, siempre es verdad que "esto también va a pasar".
Aprendí a valorar cada pequeño privilegio que en la vida diaria damos por sentado: un cenicero; una buena ducha - aún con agua helada -; el lavamanos con jabón y cepillo de dientes que queda ahí; estar de noche al aire libre y no bajo un techo; dormir sin preocuparse por dejar un ojo abierto y el alerta permanente.
Aprendí que casi cualquier tipo de persona puede tener un gesto amigable, y a veces, estos gestos vienen de quien menos lo esperás, de quien uno nunca pensó que fuera el tipo de persona del que uno sería amigo.
Aprendí que por más desesperación que uno sienta, permitir los impulsos no soluciona nada, y sólo agrava la situación. No sé si esto significa que aprendí a controlar esos impulsos, sí a reconocerlos, incluso cuando ya te están llevando a empeorar el momento.
Aprendí que la violencia propia dirigida a los demás o a uno mismo, siempre tiene consecuencias negativas, y aprendí que prefiero evitar esas consecuencias, aún cuando me haga sentir un poco menos auténtica.
Sí, aprendí a mentir, a fingir, a disimular y también aprendí que para la propia sorpresa, a veces le mostrás tus sentimientos más profundos a alguien que ni imaginabas que le dirigirías la palabra, y ese alguien, en muchas, pero muchas ocasiones, es capaz de escuchar, entender e incluso ayudar.
Con el tiempo aprendí que estas cosas también las habría aprendido sin perder la libertad, y que también son útiles siendo libre.
Y principalmente aprendí que quiero seguir viviendo, y como miles antes que yo, soy de la estirpe de los que sobreviven.
FELIZ DIA DE LA LIBERTAD