viernes, 19 de septiembre de 2008

Morir a los 27

De adolescente repetía seguido que yo iba a morir a los 33 como Cristo y Janis Joplin. Realmente, de adolescente uno no tiene ninguna visión de qué va a pensar después de cumplir 30, o de para qué puede uno querer seguir vivo.
Finalmente, cumplí 33 años.
Cuando llegó el momento de soplar las velas, obviamente pedir un deseo, de corazón les cuento que mi deseo fue llegar con vida a cumplir los 34.
Ok, ya sé, mi nivel de superstición es absoluto, esa es mi forma particular de religión.
No puedo explicar el alivio cuando cumplí los 34.
Lo divertido del asunto, es que tiempo después, unos años, me enteré que Janis Joplin, al igual que Jimmy Hendrix y otros tantos admirables de esa generación, no habían muerto a los 33, sino a los 27. Así que todo era un mito auto-generado y mal definido.
Lo interesante, retrospectivamente, es qué pasó a los 27 años.
En mi familia, cada generación alguien cambia de país. En mi infancia, mi abuela me mostraba las cartas que mi tío escribía desde París - a donde se había ido a vivir a los 27 años. Cartas tristísimas, del tipo "... llueve, todo es gris, me siento solo, el idioma me resulta ajeno...", y yo pensaba que nadie debería escribirle una carta así a su madre, que la habría hecho sufrir mucho.
A mis 27 años me tocó a mí cambiar de país. En realidad, entre tanto nomadismo, volví a MI país. Bah, el país donde nací, donde no tengo que hacer trámites para pedir permisos de trabajo, donde soy nacional, etc.
En muy poco tiempo me encontré escribiendo cartas del tipo "... llueve, hay tanta humedad que las paredes chorrean, aunque se habla en español, no entiendo lo que la gente dice...", y me acordaba de mi tío, y me reía y lloraba al mismo tiempo.
No sé, no me morí a los 33. Tampoco a los 27.
Pero sí creo que de alguna forma tuve la oportunidad de comenzar todo de cero a los 27, de empezar una nueva vida sin nadie que le diga a uno "vos no sos así" cuando uno cambia, o sea, poder cambiar. Quizá en ese sentido sea bueno también poder morir alguna vez, cada tanto, y volver a comenzar.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Cumple de mis amores

Se festejó el cumple de mis dos amores.
Estaban super felices.
Sus padres también.
Como prueba, un botón.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Postal del Subte

Espero en el andén, con los audífonos bloqueando el sonido ambiente con música de mi elección.
Cuando llega el subte, descubro que el vagón en el que abordaré está absolutamente graffiteado de colores. Aunque eso no cambia en nada los matices del gris que flotan en el interior del vagón y de mí, eso logra arrancarme una sonrisa.
Justo antes de llegar a la estación, al cruzar la avenida, me preguntaba si con el paso de los años uno pierde esa parte "dañada" de uno, como nos llamaba Saúl a Alicia, a mí, a algunas otras pocas personas. Que quisiera tener la certeza de que aún la conservo. Que en los días en que tengo bronca con el mundo, saber que esa parte "dañada" sigue en mí, que mi capacidad de violencia está intacta, me sirve para evitar ejercerla. Parece que funciona como un neutralizador.
Parece paradójico, parajódico diría aquél terapeuta, Raúl creo que se llamaba.
De todas formas, lo único que logra arrancarme una sonrisa es ese vagón colorido, coloreado por manos "ilegales", que hacen propio y personal lo cotidiano, lo anónimo, lo gris.